Cuán grato ha sido haber tenido la oportunidad de estar con nuestro compañero de bachillero en el Cervantes, para celebrar el premio a su vida y obra, merecidamente otorgado unánimemente, por el jurado convocado para tal efecto, por la Alcaldía Mayor de Bogotá.
Quien examine la evolución maravillosa de su existencia y vocación, encontrará que el destino le permitió comenzar a adentrarse en el teatro desde los tres años. Paulatinamente, fue comprometiéndose con el mundo de las letras, disfrutando la nutrida biblioteca que en su hogar formaron sus padres Carlos Reyes y Alicia Posada. A la altura del cuarto año de bachillerato, era notable la ventaja que Carlos nos llevaba, en el campo literario, a todo el curso. En 1956, tuvimos un buen profesor de literatura española que se llamaba Paciano Fermoso. Sin embargo, en más de una oportunidad Carlos complementó sus exposiciones, intervenciones o comentarios. Y pasó el tiempo…, a base de consagración, cuidadosa indagación y compromiso, con lo que más ha amado profesionalmente, comenzó a cosechar triunfos nacionales e iberoamericanos.
Carlos había tenido como maestros a Bernardo Romero Lozano, Santiago García, Enrique Buenaventura, una pléyade de pioneros en los años sesentas y a los clásicos universales. También, él se sumó a la quijotada y al buen ejemplo recibido, especialmente en Bogotá y después en todo el país… Ellos se dieron a la tarea de afianzar la vocación por el teatro en medio de ignorancias, incomprensiones, ineptitudes y grandes dificultades en diversas instancias, especialmente en la económica. Cuando, por ejemplo, al final de los sesentas y setentas, tuvimos oportunidad de conocer el desarrollo del teatro en Santiago y Buenos Aires, los atrasos de nuestro país eran notables al respecto. No nos imaginábamos que, cuatro decenios después, debido al tesón, visión y profesionalismo de Fanny Mickey, y la respuesta del público, Bogotá llegaría a ser lo que es, gracias al Festival Internacional de Teatro.
Como las personalidades que han actuado con pasión y responsabilidad histórica, Carlos perseveró… y triunfó. Más no ha sido sólo en el teatro. Ahora tenemos, en libro que lo honra, elaboraciones que lo consagraron: 4 estudios académicos de calidad; 8 grupos de teatro a los que ha pertenecido; 13 instituciones públicas y privadas a las que ha servido; 6 academias a las que pertenece; 11 investigaciones históricas; 8 becas y premios otorgados por instituciones iberoamericanas; 6 obras teatrales para niños y 11 para adultos; 8 guiones para lecturas dramatizadas; 43 estudios publicados; 8 prólogos; 18 obras de teatro dirigidas; 15 guiones para televisión; 4 guiones para cine; 7 libros publicados y 7 artículos editados en importantes revistas y periódicos. Este inventario ejemplar, nos recuerda a José María Pemán cuando sostuvo: “ La vida que no florece, que es estéril y escondida, es vida que no merece el santo nombre de vida”.
Y para culminar el reconocimiento público del que fue objeto el pasado 2 de noviembre, no olvidemos que en campo de los afectos Carlos José tuvo la fortuna de contar con el amor, apoyo y estímulo de su señora Clarita Forero y el de sus padres, hijos, hermanos, colegas, amigos y el original y profundo mensaje de su hija Pilar que, con finesa y profundidad, nos hizo conmover en la Biblioteca Nacional donde se realizó un encuentro de personalidades del teatro, las letras, la historia, la radio y la universidad.
Qué agradable y feliz compartir con un colombiano pleno aún de creatividad, pasión y búsqueda de los valores universales y de los nuestros. Muy bien por Sandro Romero, y su inteligente aporte al intenso diálogo que nos permitió disfrutar el humanismo integral del homenajeado. ¡Felicitaciones Carlos; eres un gran colombiano!
Cuán grato ha sido haber tenido la oportunidad de estar con nuestro compañero de bachillero en el Cervantes, para celebrar el premio a su vida y obra, merecidamente otorgado unánimemente, por el jurado convocado para tal efecto, por la Alcaldía Mayor de Bogotá.
Quien examine la evolución maravillosa de su existencia y vocación, encontrará que el destino le permitió comenzar a adentrarse en el teatro desde los tres años. Paulatinamente, fue comprometiéndose con el mundo de las letras, disfrutando la nutrida biblioteca que en su hogar formaron sus padres Carlos Reyes y Alicia Posada. A la altura del cuarto año de bachillerato, era notable la ventaja que Carlos nos llevaba, en el campo literario, a todo el curso. En 1956, tuvimos un buen profesor de literatura española que se llamaba Paciano Fermoso. Sin embargo, en más de una oportunidad Carlos complementó sus exposiciones, intervenciones o comentarios. Y pasó el tiempo…, a base de consagración, cuidadosa indagación y compromiso, con lo que más ha amado profesionalmente, comenzó a cosechar triunfos nacionales e iberoamericanos.
Carlos había tenido como maestros a Bernardo Romero Lozano, Santiago García, Enrique Buenaventura, una pléyade de pioneros en los años sesentas y a los clásicos universales. También, él se sumó a la quijotada y al buen ejemplo recibido, especialmente en Bogotá y después en todo el país… Ellos se dieron a la tarea de afianzar la vocación por el teatro en medio de ignorancias, incomprensiones, ineptitudes y grandes dificultades en diversas instancias, especialmente en la económica. Cuando, por ejemplo, al final de los sesentas y setentas, tuvimos oportunidad de conocer el desarrollo del teatro en Santiago y Buenos Aires, los atrasos de nuestro país eran notables al respecto. No nos imaginábamos que, cuatro decenios después, debido al tesón, visión y profesionalismo de Fanny Mickey, y la respuesta del público, Bogotá llegaría a ser lo que es, gracias al Festival Internacional de Teatro.
Como las personalidades que han actuado con pasión y responsabilidad histórica, Carlos perseveró… y triunfó. Más no ha sido sólo en el teatro. Ahora tenemos, en libro que lo honra, elaboraciones que lo consagraron: 4 estudios académicos de calidad; 8 grupos de teatro a los que ha pertenecido; 13 instituciones públicas y privadas a las que ha servido; 6 academias a las que pertenece; 11 investigaciones históricas; 8 becas y premios otorgados por instituciones iberoamericanas; 6 obras teatrales para niños y 11 para adultos; 8 guiones para lecturas dramatizadas; 43 estudios publicados; 8 prólogos; 18 obras de teatro dirigidas; 15 guiones para televisión; 4 guiones para cine; 7 libros publicados y 7 artículos editados en importantes revistas y periódicos. Este inventario ejemplar, nos recuerda a José María Pemán cuando sostuvo: “ La vida que no florece, que es estéril y escondida, es vida que no merece el santo nombre de vida”.
Y para culminar el reconocimiento público del que fue objeto el pasado 2 de noviembre, no olvidemos que en campo de los afectos Carlos José tuvo la fortuna de contar con el amor, apoyo y estímulo de su señora Clarita Forero y el de sus padres, hijos, hermanos, colegas, amigos y el original y profundo mensaje de su hija Pilar que, con finesa y profundidad, nos hizo conmover en la Biblioteca Nacional donde se realizó un encuentro de personalidades del teatro, las letras, la historia, la radio y la universidad.
Qué agradable y feliz compartir con un colombiano pleno aún de creatividad, pasión y búsqueda de los valores universales y de los nuestros. Muy bien por Sandro Romero, y su inteligente aporte al intenso diálogo que nos permitió disfrutar el humanismo integral del homenajeado. ¡Felicitaciones Carlos; eres un gran colombiano!