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¡Qué final!

Iván Mejía Álvarez
28 de junio de 2008 - 04:13 a. m.

Alemania llegó a la final de hoy en Viena al estilo turco: con un gol agónico y sufriendo. España está en el Prater con autoridad y contundencia, apelando a las fibras más sensibles de la estética.

España y Alemania son dos grandes finalistas en una inolvidable y maravillosa Eurocopa que rescató los aspectos más bellos e interesantes del fútbol: pelota bien jugada a ras de tierra, con velocidad, fina intuición y destellos de genialidad en los pases a espacios vacíos, pero también con celo defensivo en bloques compactos de presión, marcajes y fundamentalmente, con lecciones muy interesantes sobre el fútbol moderno, el que se está jugando en Europa, y del cual parece que sólo llegan algunas destempladas notas al pentagrama latinoamericano. La de hoy será una apasionante final entre los “maestros de la circulación”, como bien describió un periódico alemán a los españoles, contra los fríos e implacables germanos que también conocen el abecé del fútbol, aunque su eficacia defensiva esté hoy en duda. Seis goles en cinco partidos permiten advertir fisuras en la retaguardia y evidencian señales negativas sobre Lehman, flojo como una tortilla mal cuajada, y los pesados y grandotes Mertersacker y Metzelder, ejes de la defensa teutona.

España encontró en una desdicha la fórmula del éxito. Los “juguetones”, el valiente Senna y sus laderos Xavi, Iniesta y Silva no encontraron durante treinta minutos la ruta del gol ante Rusia. La lesión de Villa y el ingreso del formidable catalán Cesc Fabregas, condujo al equipo de Aragonés a encontrar con los cinco volantes la creatividad, en el toque corto, la triangulación en espacios reducidos, la vía ideal para apabullar a los rusos.

Si Alemania propone ante España un partido como el que hizo en la primera etapa contra Portugal, con bloques cortos de presión que impedían la circulación de la bola y la unión de los generadores, el partido podría complicársele al equipo español que sin pelota tiene problemas defensivos porque les cuesta recuperarla. Son equipos armados y diagramados para jugar haciendo posesión. En cambio, Alemania se siente cómodo cediendo el control y lanzando aguijonazos profundos con sus extremos Schweinstiger y Podolsky, quienes como rayos llegan en diagonales. Alemania juega mejor a partir de la cesión del control y del ritmo.

Dramática final, gran final, apasionante final de una Eurocopa que devolvió la alegría del fútbol ofensivo, bien jugado, con goles pero también con espacio para la táctica moderna, esa de la que algunos no quieren hablar por simple ignorancia.

 

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