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                                                                                                                              El lamento y la caridad como constructores de nación

                                                                                                                              En los mapas mudos, aquellos en los que nos ponían a ubicar accidentes geográficos, no aparecía. En nuestros libros de texto no era más que una fotografía y una alusión al hoyo soplador o a las cuevas donde un pirata supuestamente escondió sus tesoros. Se decía por ahí que había cocos, muchos cocos y gente negra que hablaba raro y practicaba religiones extrañas. Crecimos escuchando un chiste verde y malo de una mujer en un avión que disimulaba el coito con su pareja señalando a cada uno de los pasajeros y preguntándoles —acaballada en la pelvis del hombre— si iban para San Andrés. A medida que interrogaba aumentaba el ritmo de sus movimientos. En el clímax, celebraba con júbilo la certeza: “¡Todos vamos pa’ San Andrés!, ¡todos vamos pa’ San Andrés!”. La sexualidad y el erotismo asociados al archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina venían de antes. En una nota de septiembre de 1958 el periódico La Nación, de Costa Rica, decía que “los nativos [eran] gente de color, esbeltos, fornidos y de muy buen físico” y que “la mayoría de ellos [eran] verdaderos prototipos raciales y anatómicos”. Tiempo después, los cronistas nacionales —incluyendo a Gonzalo Arango— se convertirían en caja de resonancia de todo esto y más. Si uno hace una revisión sistemática de los textos que se publicaban en la prensa sobre el archipiélago no encontrará más que borracheras memorables de periodistas, intelectuales y actores en turismo, contrabando, concursos de tangas y la fórmula retórica barata de comparar a las mulatas con palmeras. La cereza —o el coco— del pastel la pondría Eduardo Carranza. En 1971 algunos de sus versos sencillos se convertirían en el himno oficial de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              No hacía falta un huracán categoría cinco. Un simple viento tropical hubiera dejado sin techo y sin piso el débil discurso y las acciones de incorporación del archipiélago a la nación colombiana. El problema es que ahora se desnudó la anomalía histórica —y lo de desnudo es literal— a costa de la muerte de una persona y de incalculables pérdidas materiales.

                                                                                                                              Es hora de que el país revise la manera fallida en que ha intentado sumar estos territorios al remedo de nación. Es un hecho que la falta de inclusión y el poco conocimiento de la condición del otro hicieron que en este país la única alternativa para construir nación sean el lamento y la caridad después de la tragedia.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              No hacía falta un huracán categoría cinco. Un simple viento tropical hubiera dejado sin techo y sin piso el débil discurso y las acciones de incorporación del archipiélago a la nación colombiana. El problema es que ahora se desnudó la anomalía histórica —y lo de desnudo es literal— a costa de la muerte de una persona y de incalculables pérdidas materiales.

                                                                                                                              Es hora de que el país revise la manera fallida en que ha intentado sumar estos territorios al remedo de nación. Es un hecho que la falta de inclusión y el poco conocimiento de la condición del otro hicieron que en este país la única alternativa para construir nación sean el lamento y la caridad después de la tragedia.

                                                                                                                              Read more!
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