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La rebelión de la derecha

Jorge Iván Cuervo R.
04 de noviembre de 2022 - 05:30 a. m.

En varios lugares del mundo se vive una suerte de primavera de la derecha. Los triunfos de Giorgia Meloni en Italia y del partido de ultraderecha Demócratas de Suecia constituyen los últimos avances significativos de las ideas reaccionarias en el mundo, a los que se suman el rol cada vez más influyente del partido Vox en España, el gobierno de Viktor Orbán en Hungría, el partido Ley y Justicia en Polonia en cabeza de Andrzej Duda, y Narendra Modi, primer ministro de la India del ultraconservador partido nacionalista hindú, sin olvidar, por supuesto, a Donald Trump, Vladimir Putin y Jair Bolsonaro, este último recientemente derrotado en las elecciones en Brasil.

Esta nueva derecha se alimenta del nacionalismo (de la xenofobia), especialmente en Europa, pero también de la frustración de las clases medias empobrecidas que han visto un deterioro importante en su calidad de vida a partir de la crisis de 2008, lo cual se reforzó durante la pandemia del COVID-19. Este panorama es una de las banderas preferidas del expresidente Trump para alinear sus bases en torno a los males de la globalización.

En la historia moderna hay dos tipos de derecha: la que procede del conservadurismo inglés de Edmund Burke y la que surge del reaccionarismo francés contrarrevolucionario, en cabeza de Maistre y Bonald. En el siglo XIX las ideas de Donoso Cortés en España fueron la respuesta a las ideas liberales y socialistas de la época, y ya en el siglo XX las ideas de Carl Schmitt resumen de alguna manera el ideal reaccionario antiliberal, como bien lo ha señalado Albert Hirschman. En Colombia, más que pensamiento reaccionario, hemos tenido retórica reaccionaria, especialmente con los leopardos Gilberto Alzate Avendaño y Silvio Villegas, y algo con Laureano Gómez.

Cada partido o movimiento de derecha se nutre de la historia del país en el que se origina y de los problemas que enfrenta cada sociedad, de suerte que es difícil hablar de una sola derecha, pero hay unos rasgos que los asemejan, como lo ha señalado, entre otros, Cas Mudde (La ultraderecha hoy, 2021): rechazan la esencia de los valores democráticos, pero se benefician de ellos para ganar elecciones; tienen un discurso genérico antisistema, que se traduce en promover el debilitamiento de las instituciones que garantizan derechos, especialmente de las minorías. La toma de la Corte Suprema en los Estados Unidos durante el gobierno de Trump por parte de jueces conservadores y la posterior reversión del fallo Roe v. Wade son solo un ejemplo de la regresión en derechos que defienden estos movimientos.

Curiosamente, esta nueva derecha tiene dos rasgos que constituyen un desafío para la teoría política: generalmente sus métodos y discurso pueden considerarse populistas —algo que comparten con partidos y movimientos de izquierda— y, al pensarse defensores a ultranza de la libertad económica, se reclaman libertarios. El libertarismo es una variante radical de las ideas liberales que surge a mediados del siglo XX con autores como Leonard Read, Dean Russell, Ayn Rand y, de alguna manera, Milton Friedman con su defensa radical del liberalismo económico. De qué manera el pensamiento libertario se convirtió en una nueva faceta del pensamiento reaccionario (basta leer a Javier Milei y a Agustín Laje) es algo que todavía está por descifrarse, pero es muy característico del libertarismo latinoamericano.

En Colombia, la derecha reaccionaria se asoma tímidamente en las ideas de Alejandro Ordóñez, en las de Enrique Gómez, en los movimientos provida, en algunos líderes cristianos y evangélicos, en ciertas voceras del Centro Democrático, pero sigue siendo un fenómeno marginal, aunque un mal gobierno de Gustavo Petro les puede dar alas en un futuro. Los fracasos de la izquierda los cosecha la derecha.

¿Cómo combatir esta nueva ola reaccionaria? Con más democracia, con más pluralismo, con más deliberación, con una defensa firme del Estado de derecho y políticas de bienestar para impedir que la frustración de los ciudadanos sea el caldo de cultivo para el afianzamiento de su ideario.

@cuervoji

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