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Ser liberal en estos tiempos: homenaje a Juan Carlos Henao

Jorge Iván Cuervo R.
19 de enero de 2024 - 02:00 a. m.

Son tiempos difíciles para el pensamiento liberal. Los liberales han perdido la fuerza ética de sus ideas y de sus convicciones, en parte porque no han entendido lo que implica reconocer nuevos temas en una agenda progresista y, en parte, porque los neoconservadores y los libertarios han ocupado ese espacio, y han sabido recoger el sentimiento de frustración que se percibe en el llamado desencanto democrático. Milei es un buen ejemplo de eso y es una muestra de la crisis del pensamiento liberal.

Los liberales dejaron en manos de los neoliberales la defensa de las libertades económicas, sin ocuparse del deterioro social que muchas de esas políticas han producido, dejando a un lado el problema de la desigualdad y culpando de todo al Estado, al que consideran costoso e innecesario, cómo si no se necesitaran reglas de juego para ejercer las libertades.

Los liberales han empezado a sentirse acomplejados por su legado, acorralados por los extremos, se han ubicado en el centro del espectro político, perdiendo identidad y fuerza, señalados de hacerse cargo de la injusticia social a la que consideran un mal menor que se resuelve con más mercado. Esta pequeña semblanza que puede parecer caricaturesca refleja una realidad para el caso colombiano: los liberales se han desvanecido en su tibieza y han abandonado la defensa de un ideario que fue su sello histórico.

Un liberal no solo debe defender las libertades económicas, fundamento del sistema económico predominante en el mundo, sino también las otras libertades, las morales, por ejemplo, que implican una esfera de autonomía en los seres humanos para decidir sobre la propia vida, sin que el Estado pueda interferir, lo cual lleva a permitir una serie de conductas que no deber ser restringidas, tales como la interrupción voluntaria del embarazo, la eutanasia o el libre desarrollo de la personalidad.

El liberal auténtico debe ser pluralista, reconocer el debate y la diversidad y, al entender la incertidumbre de la vida y el riesgo enorme de la vulnerabilidad en los seres humanos, optar por modelos políticos y económicos que protejan a los más vulnerables de la sociedad.

A los seudoliberales que se han apropiado indebidamente de este legado –los libertarios– esto les parece muy costoso. Piensan que sin plata no hay derechos, que el Estado es una entidad inmoral que se apropia del excedente económico para beneficio de unos pocos, que si te fue mal en la lotería de la vida ningún gobierno tiene por qué ayudarte con los recursos de todos. El desmonte del Estado que está haciendo Milei en Argentina los tiene al punto del éxtasis, y las políticas autoritarias de Bukele en El Salvador, los tiene alucinando. Libertades sin derechos es su mantra.

Un liberal, además, tiene que ser un demócrata, respetar las reglas del juego democrático y los resultados de las elecciones. Un liberal rechaza los regímenes autocráticos de Venezuela y Nicaragua y refuta los intentos de desconocer los resultados y de impedir que no se cumplan las transmisiones de poder. Pero los liberales de hoy elogian a Trump por defender sus convicciones libertarias incluso contra las propias instituciones republicanas, y callan sobre Guatemala. Los liberales hoy son la versión más entusiasta del establecimiento, aunque esto entrañe legitimar escenarios de injusticia.

En la vida pública colombiana se han ido extinguiendo los liberales, pero entre ellos quedaba uno que cumplía con todos los requisitos: liberal, demócrata, progresista, protector de los derechos de los vulnerables, defensor de la diversidad. Era Juan Carlos Henao; como profesor de derecho, siendo pionero en la doctrina francesa de la responsabilidad del Estado que ha desarrollado el Consejo de Estado; como magistrado en la Corte Constitucional, defendiendo la institucionalidad y abogando por los derechos de los más vulnerables; como rector de la universidad Externado garantizando el debate y el disenso, incluso con sus más gratuitos contradictores, quienes quisieron mancillar, sin éxito, su integridad.

En tiempos en los que es impopular defender los valores liberales, la partida de Henao es una buena excusa para recordarlo y continuar con ese legado.

@cuervoji

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osvito(10170)25 de enero de 2024 - 10:53 p. m.
Soy partidario de la democracia profunda y el sistema socialista y por tanto no se puede descalificar porque solo les interesa, la democracia formal, el capitalismo formal. Lo mejor es ser demócrata en lo social, socialista en lo económico y libertario en lo humano.
argemiro(9057)20 de enero de 2024 - 09:29 a. m.
Gracias por su excelente columna, desnuda los actuales farsantes del ideario liberal, que debería ser el que dirige nuestra nación por la senda de inclusión, la equidad y un mejor progreso social. Saludos
AMARANTO(u3to3)20 de enero de 2024 - 01:06 a. m.
Excelente columna. Ojalá los para-patriarcas de la Microempresa, partido liberal lean y reflexiónen desde esta mirada profunda del liberalismo democrático.
Hernando(58851)20 de enero de 2024 - 12:09 a. m.
"Impedir que no se cumplan las transmisiones de poder": también no se si lo que el columnista quiso decir fue: impedir que se cumplan ...
Gines de Pasamonte(86371)19 de enero de 2024 - 02:43 a. m.
DOS. Personajes nefandos como el “bojote” Samper, Cesar Gaviria, Alberto Santofimio, desdibujan por completo el norte del ideario liberal, norte este que acertadamente señalas en tu columna, Jorge Iván, de ahí nuestro apoyo irrestricto a Gustavo Petro Urrego pues cohonestamos con su ideal liberal que se ciñe plenamente a nuestros postulados.
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