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El “Dibu” Martínez, arquero de la selección argentina, le bailó, cantó y retó a Yerry Mina en la Copa América 2021. La presión le pudo, Yerry falló, Argentina ganó la semifinal y terminaría conquistando su primer trofeo desde 1993. No mucho después, el “Dibu” repitió sus bailes, cantos y retos en el Mundial de Catar 2022. Al final, Argentina ganó. Ahora la IFAB, entidad que rige las normas del fútbol mundial, prohíbe tales acciones.
La que ha venido a denominarse Ley Anti-Dibu dice textualmente que “el guardameta no se comportará de manera que distraiga de forma antirreglamentaria al ejecutor del penal, p. ej. no retrasará la ejecución del penal ni tocará los postes, el travesaño o la red de la portería”.
La FIFA, se entiende, viene a prohibir que el portero no puede más que enfocarse, con la seriedad de un condenado a muerte, en lo que su ejecutor pretenda hacer. Es cierto que el fútbol debe privilegiar los goles, pero esto es excesivo. Más allá de si nos cae mal o bien el “Dibu” Martínez, ¿cuándo decidió la FIFA excluir el componente sicológico al fútbol?
Desde la perspectiva colombiana (o francesa), Martínez es un payaso. Desde la argentina, es un ídolo cuyo baile ahora copian los niños. Pero él, a la larga, no hizo más de lo que se ha hecho en el fútbol durante más de 100 años. Poner nervioso al rival, sin contacto físico, grosería o ademanes que hoy no podemos aceptar, es el simplemente usar la sicología para favorecer uno intereses.
La norma, siempre será incompleta. Por ejemplo, no prohíbe que el portero espere al ejecutante dándole “respetuosamente” el balón. A la larga, ¿de dónde sacó la FIFA que se está distrayendo al rival porque se toca la red del arcó? Señalarle al delantero un lado del arco, ¿es “distraer” al ejecutor del penal?
Jugar y distraer al rival es parte intrínseca del fútbol. Cuenta Bilardo que le dijo a Maradona que prometiera la camiseta a cinco rivales. El objetivo, sólo imaginable por Bilardo, era que en los últimos 5 – 10 minutos, tuviese a cinco jugadores cerca de él, creando espacios para sus compañeros. No me imagino a FIFA prohibiendo estas distracciones, aunque vaya uno a saber.
Hablar, incluso más de la cuenta, es parte del juego. Zidane fue expulsado de la final del Mundial de 2006 porque Materazzi habló, quizás de más. No recuerdo al francés hablando en detalle de lo sucedido, Materazzi dice que Zidane había reaccionado mal a unos choques previos. En aquella jugada, tras agarrar la camiseta, Zidane le dijo, “más tarde te doy mi camiseta”. Materazzi respondió “prefiero a tu hermana”. Zidane le cabeceo el pecho y Francia perdió el mundial.
¿La intención de FIFA es inmiscuirse de tal manera que se prohibirá hablar a los jugadores de temas no directamente relacionados con el partido? Suena ridículo, pero es ridículo prohibir la payasa del arquero de turno.
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