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El éxito como perdición

Jorge Tovar
02 de noviembre de 2021 - 12:18 a. m.

El fútbol genera unos US$30.000 millones anuales. No extraña, por tanto, que hoy por hoy haya tantos buscando mover la institucionalidad existente. Tampoco debe sorprender que los que están en la poltrona quieran quedarse. La guerra por el dinero pinta mal para quienes solo disfrutan del balón.

La Superliga, que mantienen viva el Madrid, el Barça y la Juve, es el mayor peligro al fútbol como lo conocemos. En su intento por apropiarse de la riqueza, está demandando a la UEFA y a la FIFA por abuso de posición dominante y por actuar como un monopolio. Desde el punto de vista económico, el monopolio no es deseable porque conlleva precios más altos y niveles de producción menores que los que habría en un mundo de competencia. Nadie querría una sola marca de carros, de celulares o de televisión de pago. Traducido al fútbol esto implicaría que no habría una Dimayor, sino dos o más. A escala global podría haber dos o más FIFA, Conmeboles o UEFA.

De ser así, el fútbol sería más o menos como el boxeo en la actualidad. Hay cuatro asociaciones que rigen el deporte (y alguna más soterrada por ahí). La razón de ello, en esencia, es el dinero. Todos quieren un poquito de la torta. Es debatible si tal proliferación de asociaciones le ha venido bien al boxeo.

En Estados Unidos, el béisbol tiene una exención a la Ley Antimonopolio. Es decir, legalmente, cuyas raíces históricas no alcanzo a contar aquí, solo existe una organización autorizada para implementar el torneo. El fútbol americano, si bien disfruta de algunas exenciones limitadas, no goza de tal privilegio.

La Unión Europea, por su parte, reconoce el concepto de “especificidad del deporte”. La idea básica del concepto es entender que en el deporte hay ciertas normas que no pueden aplicarse dada su particular estructura. El ejemplo más notorio es, quizá, la idea de discriminar a jugadores de otras nacionalidades cuando juega la selección nacional. La Federación Alemana está autorizada a restringir la participación de jugadores no alemanes en su selección.

Lo que busca la Superliga es que las autoridades europeas autoricen que otro organismo pueda implementar torneos de fútbol en territorio comunitario. Es decir, quieren una interpretación ligera de la “especificidad del deporte”.

El fútbol ha florecido gracias a esta estructura piramidal. La forma como operan la FIFA, UEFA y Conmebol merece una revisión. Pero de triunfar la Superliga, los jugadores no podrían ser sancionados por FIFA o UEFA para no disputar competencias internacionales. Al menos en territorio de la comunidad europea.

Entre las muchas consecuencias es que el monopolio en el interior de un país se acabaría. Es decir, un país, dos ligas. El afán pecuniario de la Superliga no traería más que caos, y sería el punto de quiebre definitivo hacia el fin del fútbol como lo conocemos hoy. Florentino y sus dos títeres poco interés tienen más allá de llenar sus arcas. La ambición rompe el saco, decía mi abuela.

@JorgeATovar

 

Francisco(30227)02 de noviembre de 2021 - 06:58 p. m.
Tanto despliegue de "cerebro" para escribir sobre un tema inocuo e inicuo.
Hincharojo(87476)02 de noviembre de 2021 - 06:44 p. m.
Muy bueno su análisis.
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