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Reclutamiento

José Fernando Isaza
22 de diciembre de 2022 - 05:00 a. m.

En el 2005, una organización internacional hizo una donación para realizar en Colombia proyectos que contribuyeran a la búsqueda de la convivencia. La coordinación estuvo a cargo de María Emma Mejía y la junta directiva de la Fundación estuvo presidida por Miguel Urrutia. Autónomamente la junta eligió, como acción prioritaria, reducir el reclutamiento de los menores para la guerra. Estudios concluían que un alto porcentaje de los adolescentes ingresaban a las armas porque tenían baja autoestima y falta de oportunidades, y la violencia y ausencia familiar agravaban esta situación; pensaban que empuñar un arma les serviría para obtener reconocimiento y respetabilidad. La mayoría de los que ingresaban a los ejércitos ilegales lo hacían voluntariamente. Por otra parte, la propaganda oficial del Ejército, para estimular la conscripción, se asimilaba a propaganda genérica, que inducía a creer que la respetabilidad y el reconocimiento se obtenían al portar un arma.

Las estadísticas mostraban que, comparando las cifras de bajas, capturas y deserciones de los guerrilleros con el número de insurgentes, en menos de cuatro años estos desaparecerían. La realidad mostró lo equivocada de esta comparación, pues la capacidad de reclutamiento mantenía el número de insurgentes. Estudios determinaban que el gasto estatal para reducir por baja o captura a un armado ilegal superaba en 20 veces la inversión para reducir el reclutamiento de menores.

La Fundación acordó la siguiente estrategia: focalizarse en unas zonas donde el reclutamiento de menores era significativo, zonas aisladas rurales, bajos ingresos, zonas urbanas de extrema miseria, etc. No bastaba ofrecer a los jóvenes educación de calidad, sino que también era necesario generar acciones que elevaran su autoestima y los alejase de la idea de que esto solo era posible portando un arma. Con el SENA se coordinó que, además de la educación clásica que recibían, esta entidad les ofreciera capacitación en actividades que los motivaran y que su prácticas les generaran ingresos. La combinación estudio, capacitación e ingreso funcionó y la evaluación mostró que el reclutamiento en los jóvenes que participaron en este programa se redujo sustancialmente. Algunos ejemplos: en Salamina, a los jóvenes les ofrecían cursos de reparaciones locativas y mampostería. Hicieron las prácticas restaurando bienes del patrimonio cultural cafetero. En el Catatumbo, la capacitación se orientó a la piscicultura; en las comunidades aisladas del Cauca, la capacitación se centró en el mejoramiento y mantenimiento de instalaciones escolares.

El presidente Petro ha planteado unas acciones para reducir el reclutamiento de menores en zonas que han sido afectadas por los grupos armados ilegales. Menciona que cuando se compara la cifra de 4.000 detenidos del Clan del Golfo con la realidad del número no decreciente de este grupo armado se concluye el alto grado de reclutamiento de adolescentes. Plantea que los jóvenes vulnerables de ser reclutados reciban un ingreso por su trabajo como promotores de paz. Para la sociedad, la mejor inversión que se puede hacer es educar y crear autoestima en la juventud. Es deseable que este programa, de priorizar la vida sobre las armas, cuente con la cooperación internacional. Es más civilizado integrar a la juventud que ordenar su muerte cuando protestan por la exclusión.

 

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