La estrategia fue cambiar el uniforme. Un cambio de semblante para acercar la institución a la gente. Se intentó promover la estrategia desde el discurso oficial de generales y altos mandos del gobierno central, presidente incluido, por supuesto.
Nunca se dijo, ni en discursos oficiales ni en mentideros políticos, que la estrategia se debiera a la mala cara que comenzaba a tener la vetusta institución. Tampoco se explicó quién ideó la estrategia ni con qué propósito.
No hacía falta, pues, según las declaraciones del gobierno, todas las actuaciones policiales se han hecho dentro del debido proceso. Y los excesos de fuerza, los asesinatos de manifestantes, los ojos perdidos en las marchas son responsabilidad de las víctimas.
En verdad el historial es largo y el prontuario grave. Organismos y gobiernos internacionales –no digamos la CIDH, cuyo informe despreció el gobierno, aunque respaldó una declaración análoga a causa de las protestas en Cuba–, entre los que se cuentan el gobierno británico, la Comunidad Europea y no pocos senadores de Estados Unidos; organismos e instancias oficiales que ya se habrá afanado el gobierno colombiano en descalificar con el apelativo fácil y manido de “castrochavistas” y de promotores del vandalismo criollo.
Nada de eso es importante. Lo importante es la estrategia. La de acercar a los ciudadanos a través de los nuevos uniformes, y de la tecnología de punta. La adquisición, por ejemplo, del lanzador múltiple de proyectiles que sirve para ser disparado con altísima precisión desde la comodidad de las tanquetas antidisturbios.
Y –no se lo pierdan– también incluye la estrategia bordar un código QR –nunca he podido saber lo que significa el famoso código QR, que ahora hay que leer hasta para pedir una triste sopa– en el nuevo uniforme de los policías. De esta manera, los manifestantes agredidos en la noche impune, las mujeres violadas en los CAI y estaciones de Policía, todos aquellos, en suma, que han sido objeto del uso y abuso de la institución tendrán que acercarse más al agente en cuestión para poder escanear el código QR con su teléfono celular de última tecnología; pedirle que no se mueva mientras se toma la foto.
La estrategia, no podemos negarlo, es infalible. Ahora tendremos que acercarnos más al cuerpo policial. Toda la estrategia está bien pensada y a su ánimo modernizador, con sus armas y sus trajes, sólo le falta un nuevo camuflado para que puedan seguir combatiendo civiles.