Las noticias en primera plana de todos los medios de comunicación sobre las muertes causadas por la pandemia que generó el coronavirus hicieron pasar a un segundo plano las otras muertes —siempre lamentables, pues todas lo son— que día a día se producen en todo el mundo. También en Colombia. Hasta hace unas semanas. Pues si el Acuerdo de Paz firmado en el 2016 sembró la esperanza de que las masacres en los pueblos, el asesinato de los líderes sociales, la desaparición y el desplazamiento forzado… serían asunto de tiempos pasados, las masacres despiadadas de las últimas semanas borraron con sevicia esas esperanzas.
Pero hay otras muertes, más silenciosas, que en medio de la pandemia han conocido un triste repunte en el país: una de ellas es la muerte por suicidio. Un caso dramático —pero no el único— lo encontramos en Manizales. Las cifras muestran que en la ciudad, desde que apareció el coronavirus en el país, han muerto casi tantas personas por suicidio (18 personas en Manizales) como por el virus (20 personas). En el Valle del Cauca —por poner otro caso diciente— se han suicidado 72 hombres y 12 mujeres en este período. Y en Antioquia 114 hombres y 25 mujeres se quitaron la vida¹.
Desde que comenzó la cuarentena los índices de suicidio han conocido un triste repunte, lo cual resulta muy preocupante si se considera que el país había logrado bajar la tasa de suicidio (entre enero y mayo) más de 10% en relación con el mismo período del año anterior².
No se trata, por supuesto, de bajar la guardia frente a la pandemia; se trata, sí, de ver los males ajenos al coronavirus, que afectan a buena parte de la población del país y que muchas veces lo hacen de manera silenciosa.
Las muertes por coronavirus en el país siguen creciendo de manera exponencial. Parece claro a estas alturas que la cuarentena —una de las más largas del mundo— ha supuesto costos altísimos (en términos de vidas, de empleos, de conmoción nacional). El encierro prolongado ha supuesto también un desafío para muchas personas que padecen depresión y trastornos mentales. Muchos de ellos sucumbieron en esa lucha silenciosa.
No sólo de coronavirus muere el hombre. La pandemia está ofreciendo retos inusitados a todos los países, y hay que intentar enfrentarlos todos. Cuando cese este paréntesis que ha significado la cuarentena nacional se verá con claridad que la economía está devastada, que muchos perdieron sus trabajos, su equilibrio emocional, su estabilidad laboral, su economía; se verá que familias enteras han perdido toda forma de sustento y muchas pasan ya hambre y se verá también, con desconsolada claridad, que, como consecuencia de todo ello, muchos decidieron quitarse la vida. Porque, tristemente, no sólo de coronavirus muere el hombre.
¹ Cifras tomadas de la página web de Medicina Legal. Cifras por Departamento, año y sexo (de marzo 25 a agosto 11). Comparación entre 2019 y 2020.
² Cifras tomadas de la página web de Medicina Legal. Muertes violentas según sexo. Colombia (enero a mayo). Comparación entre 2019 y 2020.
Las noticias en primera plana de todos los medios de comunicación sobre las muertes causadas por la pandemia que generó el coronavirus hicieron pasar a un segundo plano las otras muertes —siempre lamentables, pues todas lo son— que día a día se producen en todo el mundo. También en Colombia. Hasta hace unas semanas. Pues si el Acuerdo de Paz firmado en el 2016 sembró la esperanza de que las masacres en los pueblos, el asesinato de los líderes sociales, la desaparición y el desplazamiento forzado… serían asunto de tiempos pasados, las masacres despiadadas de las últimas semanas borraron con sevicia esas esperanzas.
Pero hay otras muertes, más silenciosas, que en medio de la pandemia han conocido un triste repunte en el país: una de ellas es la muerte por suicidio. Un caso dramático —pero no el único— lo encontramos en Manizales. Las cifras muestran que en la ciudad, desde que apareció el coronavirus en el país, han muerto casi tantas personas por suicidio (18 personas en Manizales) como por el virus (20 personas). En el Valle del Cauca —por poner otro caso diciente— se han suicidado 72 hombres y 12 mujeres en este período. Y en Antioquia 114 hombres y 25 mujeres se quitaron la vida¹.
Desde que comenzó la cuarentena los índices de suicidio han conocido un triste repunte, lo cual resulta muy preocupante si se considera que el país había logrado bajar la tasa de suicidio (entre enero y mayo) más de 10% en relación con el mismo período del año anterior².
No se trata, por supuesto, de bajar la guardia frente a la pandemia; se trata, sí, de ver los males ajenos al coronavirus, que afectan a buena parte de la población del país y que muchas veces lo hacen de manera silenciosa.
Las muertes por coronavirus en el país siguen creciendo de manera exponencial. Parece claro a estas alturas que la cuarentena —una de las más largas del mundo— ha supuesto costos altísimos (en términos de vidas, de empleos, de conmoción nacional). El encierro prolongado ha supuesto también un desafío para muchas personas que padecen depresión y trastornos mentales. Muchos de ellos sucumbieron en esa lucha silenciosa.
No sólo de coronavirus muere el hombre. La pandemia está ofreciendo retos inusitados a todos los países, y hay que intentar enfrentarlos todos. Cuando cese este paréntesis que ha significado la cuarentena nacional se verá con claridad que la economía está devastada, que muchos perdieron sus trabajos, su equilibrio emocional, su estabilidad laboral, su economía; se verá que familias enteras han perdido toda forma de sustento y muchas pasan ya hambre y se verá también, con desconsolada claridad, que, como consecuencia de todo ello, muchos decidieron quitarse la vida. Porque, tristemente, no sólo de coronavirus muere el hombre.
¹ Cifras tomadas de la página web de Medicina Legal. Cifras por Departamento, año y sexo (de marzo 25 a agosto 11). Comparación entre 2019 y 2020.
² Cifras tomadas de la página web de Medicina Legal. Muertes violentas según sexo. Colombia (enero a mayo). Comparación entre 2019 y 2020.