Contradicciones entre economistas y ambientalistas

Julio Carrizosa Umaña
20 de junio de 2017 - 02:30 a. m.

Las discusiones de los últimos días acerca del crecimiento de la economía ilustran cuán importantes son las contradicciones entre el pensamiento ambientalista complejo y la corriente principal de las ciencias económicas.

Por ejemplo, al explicar cuáles subsectores industriales son los de menor crecimiento económico, en los periódicos y en la televisión se ha analizado lo sucedido en las bebidas, los automotores y el transporte, tres subsectores que decrecieron o crecieron muy poco, según los datos del mes de abril. Su decrecimiento fue presentado por los especialistas de los medios como muestra alarmante de lo que puede estar sucediendo en el país, y las fallas en la producción de bebidas, en la fabricación de vehículos y en lo gastado en el transporte han sido subrayadas por la oposición política como hechos que deben socavar aún más la confianza de los colombianos en el actual gobierno y especialmente en el proceso de paz.

Todos estos lamentos y llamados al antiguo orden económico contradicen lo que se dice desde la orilla opuesta e inclusive desde orillas del mismo lado del río.

El decrecimiento en el consumo de bebidas enfrascadas ha sido recomendado desde varios puntos de vista. Los estudiosos de las consecuencias lamentables de la obesidad en el resto del mundo y en Colombia están tratando de reducir en lo posible el consumo diario de gaseosas endulzadas. Aquellos analistas que están preocupados por el aumento del alcoholismo entre los jóvenes tratan de establecer normas y de socializar los gravísimos impactos de un alto consumo de bebidas como las cervezas y los licores fuertes. En el ambientalismo tradicional son muchos los que afirman que el consumo de agua embotellada es innecesario y sólo se justifica como treta para aumentar los ingresos de unas pocas compañías.

Cosas semejantes suceden con los lamentos económicos ortodoxos acerca de la disminución de la fabricación de vehículos y en el gasto en el transporte. Desde otros puntos de vista, partes también de la complejidad de la realidad, hay opiniones opuestas. Son varios los alcaldes que están tratando de disminuir el uso urbano de los vehículos y de convertir a los jóvenes en ciclistas. Entre los economistas regionales hay numerosos que insisten en que la prosperidad económica de Colombia sólo puede alcanzarse si se reducen los costos del transporte.

Estas y otras contradicciones que espero tratar en el futuro muestran la necesidad de reflexionar sobre el tema.

* Miembro de Paz Querida.

 

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