Tengo amigos de la Nueva Era, lo confieso. Les gusta el piano descafeinado, estilo Clayderman, y el verbo «plasmar». Hablan de ángeles, energías, horóscopos y eneagramas y de entidades ectoplasmáticas. Quisiera evitarlos, pero no se puede exigir mucho ahora. Los amigos sensatos están encerrados y afuera solo encuentro a estos lunáticos que van por la calle blindados con su coraza energética y escoltados por legiones de ángeles.
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Tengo amigos de la Nueva Era, lo confieso. Les gusta el piano descafeinado, estilo Clayderman, y el verbo «plasmar». Hablan de ángeles, energías, horóscopos y eneagramas y de entidades ectoplasmáticas. Quisiera evitarlos, pero no se puede exigir mucho ahora. Los amigos sensatos están encerrados y afuera solo encuentro a estos lunáticos que van por la calle blindados con su coraza energética y escoltados por legiones de ángeles.
Sí, me burlo, pero luego recuerdo que yo también recibo ayuda de potencias sobrenaturales. Cuando termino de escribir un artículo, por ejemplo, descubro que hay dos o tres frases buenas y reconozco mi sello. Son mías, claramente, pero a veces encuentro frases o ideas que me sorprenden, que tienen una nobleza de la que carezco, una música demasiado ajena, y me rindo: son regalos de los ángeles del estilo.
Ayer descubrí que los dioses no me sorprenden. ¿Por qué habría de asombrarme su poder? Que saquen de sus dedos planetas y estrellas, ríos y montañas, flores y pájaros no tiene nada de extraordinario. Es su trabajo.
Con los magos del barrio es otra cosa. Justamente porque sé que no tienen poderes, ni son hijos de María ni reciben la luz del Espíritu, me maravilla que saquen una rosa del aire. ¡Eso sí es magia!
También me conmueve el trabajo de los líderes sociales. Son hombres y mujeres de zonas deprimidas, sin embargo saben de leyes, agricultura y ecología, y les sobra coraje. Aunque viven en aldeas dominadas por el Eln, las bacrimes o un senador, no les tiembla la voz para reclamar los derechos de la comunidad y son capaces de detener las dragas de las multinacionales y hasta las balas de los sicarios… bueno, no siempre. Los ángeles también mueren. Muchos tienen que enterrar a los compañeros y recoger sus banderas.
No hacen montañas, como Dios, pero son capaces de salvarlas.
Los barrios populares están llenos de hombres que sí me sorprenden. Andan en Renault 12 o en bicicleta, prensan la bota del pantalón con un «caimán» para protegerla de la grasa del «plato», han levantado una familia con su salario y su ejemplo, viven en casas construidas con sus propias manos, y al caer la tarde riegan su angosto jardín y hablan con el vecino de Gaitán o de Cicerón, de boleros o de salsa, de Vargas Vila o de Voltaire, de aparecidos y desaparecidos, del valor de monseñor Monsalve y de las maniobras del Banco Ambrosiano, y maldicen al Gobierno y al sindicato.
Son anticlericales. Recelan de los curas pero van a misa porque les gusta el boato del templo. Tienen trato directo con Dios, que se esfuerza para no quererlos más que a sus otros hijos.
Es falso que los ángeles no tienen sexo. Existen millones de ángeles femeninos. Usted los ve y parecen mujeres corrientes. Se engaña. Estas criaturas madrugan a despachar a los niños para el colegio, se maquillan en los buses o en sus carros mientras cambia el semáforo, trabajan todo el día en una oficina o en un taller, vuelven a casa por la noche, revisan las tareas de los hijos, inventan algo rico para la cena, sacan la ropa de la lavadora, curan los raspones del recreo con un beso, cuentan un cuento, apagan la luz y salen en puntillas.
El mundo está lleno de criaturas angélicas. Son obreros, oficinistas, líderes sociales, médicos vilipendiados y mal pagos, vendedores ambulantes de alcohol, mamás todoterreno, mensajeros, diseñadores de tapabocas del Hombre Araña. Estas personas son las que están moviendo el país en las calles, hospitales, construcciones y empresas manufactureras.
Los pobres de la tierra, los que iban a incendiar el país por la crisis económica de la pandemia, lo están sacando a flote. No será fácil. El otro bando, el de los Char, también trabaja.