Decadentes y peligrosas las declaraciones del señor Manuel Elkin Patarroyo sobre la vacuna contra el COVID-19 en el portal de Semana. Palabras más, palabras menos, para Patarroyo las vacunas que se están probando en el mundo son una mentira: “No hay que dejarse engañar con los anuncios según los cuales las vacunas son seguras y ya”, dice mientras asegura que el efecto inmunizador de Pfizer, Moderna o de cualquier otra dura máximo 40 días.
Declaraciones como esas van en contravía de la evidencia científica y su gravedad radica en que pueden afectar los esfuerzos colectivos y de gobierno para desarrollar campañas de vacunación masiva. Ya es suficiente con que un 40 % de los colombianos sean escépticos sobre vacunarse, como para que alguien aún recordado en la opinión general declare sin argumentos que “una vacuna china no les va a servir a los colombianos”. Peor aún, que lo diga horas después de que el Gobierno anunció que las primeras que llegarán al país serán las chinas de Sinovac.
Patarroyo, quien después de millonarias inversiones por parte del Estado colombiano no pudo sacar adelante su vacuna contra la malaria, no tiene legitimidad para hablar sobre el tema. El problema no es que haya fallado en sus hallazgos, lo cual siempre es válido en la investigación científica, sino que su honestidad académica ha sido puesta en duda por sus propios pares.
Muchos de los que no conocen su polémica historia tal vez lo recuerden con la imagen de científico serio que tenía en los 90. Y, por ese recuerdo, haya quienes le coman cuento. Ese es el riesgo.
Tan irresponsable es Patarroyo como lo es el portal de Semana al entrevistarlo sin contrastar sus afirmaciones con las de otras fuentes. No es la primera vez que les abre los micrófonos a las fake news que el señor proclama. Y de las varias entrevistas que le ha hecho en el último año, la más reciente fue la peor. Publicada el 22 de enero en la página web, apareció una nota titulada “Manuel Elkin Patarroyo dice que el efecto de las vacunas contra el coronavirus es muy corto”, que estuvo antecedida por un delicado subtítulo: “El científico colombiano instó a no caer en engaños”.
“Muy probablemente una vacuna descubierta en china no les va a servir a los colombianos… toca aproximar el problema de una manera totalmente distinta y en eso llevamos 40 años”, dijo el entrevistado. Lo que no contó es que habría pedido a más de uno buscarle citas con el Gobierno con la esperanza de que le financien su propuesta de vacuna “sintética”.
En cuanto a los medios, es claro que son libres de entrevistar a quien les dé la gana. También tienen la libertad de escoger a sus audiencias. Semana decidió buscar nuevos públicos a punta de titulares llamativos pero no siempre acordes con la responsabilidad informativa. Esa decisión disparó sus mediciones de tráfico y lecturabilidad a costa de la rigurosidad periodística. No en vano, hace cerca de un año, en el mismo portal y bajo la etiqueta #LaVerdadSobreElCoronavirus, el mismo entrevistado dijo que el COVID-19 había generado mucha “histeria” y que muy pronto se podría controlar.
Decadentes y peligrosas las declaraciones del señor Manuel Elkin Patarroyo sobre la vacuna contra el COVID-19 en el portal de Semana. Palabras más, palabras menos, para Patarroyo las vacunas que se están probando en el mundo son una mentira: “No hay que dejarse engañar con los anuncios según los cuales las vacunas son seguras y ya”, dice mientras asegura que el efecto inmunizador de Pfizer, Moderna o de cualquier otra dura máximo 40 días.
Declaraciones como esas van en contravía de la evidencia científica y su gravedad radica en que pueden afectar los esfuerzos colectivos y de gobierno para desarrollar campañas de vacunación masiva. Ya es suficiente con que un 40 % de los colombianos sean escépticos sobre vacunarse, como para que alguien aún recordado en la opinión general declare sin argumentos que “una vacuna china no les va a servir a los colombianos”. Peor aún, que lo diga horas después de que el Gobierno anunció que las primeras que llegarán al país serán las chinas de Sinovac.
Patarroyo, quien después de millonarias inversiones por parte del Estado colombiano no pudo sacar adelante su vacuna contra la malaria, no tiene legitimidad para hablar sobre el tema. El problema no es que haya fallado en sus hallazgos, lo cual siempre es válido en la investigación científica, sino que su honestidad académica ha sido puesta en duda por sus propios pares.
Muchos de los que no conocen su polémica historia tal vez lo recuerden con la imagen de científico serio que tenía en los 90. Y, por ese recuerdo, haya quienes le coman cuento. Ese es el riesgo.
Tan irresponsable es Patarroyo como lo es el portal de Semana al entrevistarlo sin contrastar sus afirmaciones con las de otras fuentes. No es la primera vez que les abre los micrófonos a las fake news que el señor proclama. Y de las varias entrevistas que le ha hecho en el último año, la más reciente fue la peor. Publicada el 22 de enero en la página web, apareció una nota titulada “Manuel Elkin Patarroyo dice que el efecto de las vacunas contra el coronavirus es muy corto”, que estuvo antecedida por un delicado subtítulo: “El científico colombiano instó a no caer en engaños”.
“Muy probablemente una vacuna descubierta en china no les va a servir a los colombianos… toca aproximar el problema de una manera totalmente distinta y en eso llevamos 40 años”, dijo el entrevistado. Lo que no contó es que habría pedido a más de uno buscarle citas con el Gobierno con la esperanza de que le financien su propuesta de vacuna “sintética”.
En cuanto a los medios, es claro que son libres de entrevistar a quien les dé la gana. También tienen la libertad de escoger a sus audiencias. Semana decidió buscar nuevos públicos a punta de titulares llamativos pero no siempre acordes con la responsabilidad informativa. Esa decisión disparó sus mediciones de tráfico y lecturabilidad a costa de la rigurosidad periodística. No en vano, hace cerca de un año, en el mismo portal y bajo la etiqueta #LaVerdadSobreElCoronavirus, el mismo entrevistado dijo que el COVID-19 había generado mucha “histeria” y que muy pronto se podría controlar.