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Desde otro punto de vista

Lorenzo Madrigal
18 de marzo de 2024 - 02:05 a. m.

Quiero mirar con la mayor simpatía a la nueva fiscal general de la nación, doña Luz Adriana Camargo. Experimentada jurista, como la otra -y han debido ser tres-, escogida a dedo por el nunca pensado presidente de Colombia, Gustavo Petro Urrego.

Miro, eso sí, con extrañeza cómo lo que era terna se volvió dupla, porque, finalmente, de las tres señaladas, una desapareció como por ensalmo, o, si se quiere, saltando matones, con un papel en la mano, atropellando porteros y policías. Primero en la Corte, al radicar su renuncia apresurada y luego, otra vez papel en mano y atropellando al Guardia Presidencial, donde permaneció dos horas con quien iba a ser su falso jefe y ante quien renunciaba tardíamente, pero renunciaba.

“Quedan dos”, debió decir el magistrado presidente Chaverra “y tienen que ser tres”. “No, no” debieron gritarle desde el fondo del hemiciclo: “el proceso ya se inició y debe seguir”, pero no se les advirtió a los magistrados electores que bien podían votar por la ternada doña Amelia, pese a su atropellada renuncia. Y fue lo que no se hizo. O interrumpir la sesión hasta conformarse nuevamente la terna, lo que tampoco se hizo. Imagino que el magistrado presidente, sorprendido por doña Amelia, fue temeroso de alguna asonada petrista en cercanías del Palacio de Justicia, si aplazaba una vez más. Tocaba votar.

El proceso en general se inició desde cuando rindieron cuenta las ternadas y se citó a votación, pero esta no se había efectuado. Conatos se habían hecho, cuatro, y en ninguno había habido elección. No se trataba de votos acumulados ni de un acto sucesivo, así que ninguna elección se interrumpía, solo que debía realizarse nuevamente. Se citó a un nuevo acto electoral, se entiende que en idénticas condiciones, a las ordenadas por ley. Que la renuncia de la ternada debería haberse efectuado ante el presidente nominador es un otrosí para santanderistas, aunque bien se pudo ver en los noticieros a la sufrida doctora corriendo de acá para allá, papeles en mano, entre la Corte y la Casa de Nariño, donde el mandatario, no sé si desperezándose o por demorarla, le platicó por dos horas, tiempo necesario para que la corporación desatara el asunto de la renuncia súbita.

El proceso de elección no se había cumplido, no que se interrumpiera. Sobrevino un hecho nuevo, relevante: se había presentado algo que impedía el acto y resueltamente se saltó sobre él, se ignoró y se precipitó a la corporación sometiéndola a una elección impropia, por encima del requisito legal, que obligaba escoger entre tres candidatas.

"Quiero mirar con la mayor simpatía a la nueva fiscal general de la nación, doña Luz Adriana Camargo": Lorenzo Madrigal
"Quiero mirar con la mayor simpatía a la nueva fiscal general de la nación, doña Luz Adriana Camargo": Lorenzo Madrigal

La historia posiblemente registre este nombramiento como el de una ilustre jurista, doña Luz Adriana Camargo, muy bien relacionada con el ministro y no menos ilustre don Iván Velázquez, elegida en un carrerón que hubo entre asonadas que acosaron la elección.

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