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Cohetes vs. cacerolas

Luis Carlos Vélez
21 de abril de 2013 - 11:00 p. m.

Viajar a Caracas es ver una ciudad en pleno deterioro. Cada vez que aterrizo en Maiquetía y emprendo el camino a la ciudad, es fácil ver que la capital no solamente va para atrás, sino que su gente cada vez está más divida.

Los resultados de las elecciones, sin que se haya revisado aún el 46% de los sufragios tal y como lo pidió la oposición, muestran 49% a favor de Capriles y 50% a favor de Maduro. Pero esos no son sólo los resultados de una campaña, sino también la fotografía de una sociedad polarizada y llena de odio hacia su contraparte.

Basta escuchar los discursos. Nicolás Maduro y los miembros de gobierno no ahorran insultos ni agresiones para los opositores. Incluso, en los medios del gobierno, que son mayoría, no hay referencias directas a Henrique Capriles, sólo hay menciones de “el excandidato de la extrema derecha”, “el antichavista”. En la otra acera, aunque con llamados a la cordura, hay ataques directos a Maduro, a quien Capriles llama “mentira fresca”.

En la calle también los insultos proliferan. Incluso, a los medios de comunicación que hemos tratado de mantener el balance informativo. Por ejemplo, en el avión de regreso a Bogotá un muy “valiente” encopetado señor venezolano totalmente borracho en primera clase, que subió al avión callado, agachado y como tratando de esconderse, apenas aterrizó en Colombia empezó a gritar “el presidente es un burro. Tenemos de presidente a un burro” y posteriormente la emprendió contra nuestro equipo, mentándonos la madre y por ser, supuestamente, izquierdistas.

La verdad es que Venezuela está pasando por su momento más álgido de los últimos años. El modelo económico chavista está dando señales inequívocas de que está a punto de reventar y por eso manipuladoramente Maduro ya está diciendo que el imperio prepara una guerra económica en tres meses. Hugo Chávez ya no está con su mano de hierro para hacerle creer al país que las cosas están bien y al tiempo tomar medidas inéditas para que la nación camine, mientras que, como dijo el pasajero borracho, el presidente no es el más inteligente del mundo.Todo huele a que esta es la última granizada de la negra tormenta antes de que salga el sol en Venezuela. Nadie sabe cuánto tiempo durará, ni si alcanzará los seis años más de gobierno ahora adjudicados al chavismo.

Los días pasarán y muy probablemente los resultados electorales no cambiarán después de la revisión. Las personas seguirán apareciendo asesinadas, producto de la inseguridad aunque esté disfrazada por las partes como crimen político. Y Maduro les seguirá pidiendo a los medios que tomen partido, olvidando que la esencia del periodismo está en el balance.

Pero, a punto de recoger mi maleta en el aeropuerto, alguien que vio el incidente con el venezolano del avión me dice algo que me pone a reflexionar: “Por lo menos en Venezuela se insultan, acá en Colombia nos matamos”. Tiene razón.

 

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