Bomba a tres bandas

Luis Carvajal Basto
21 de enero de 2019 - 05:00 a. m.

No se trató de una acción para destrabar los diálogos si no para mostrar que su  capacidad de daño  no se reduce al Catatumbo o a las zonas de frontera, donde afrontan una fuerte presión militar. De paso distrae la presión que afronta el régimen de Maduro, amigo y anfitrión del E.LN;  fue, también, una bomba contra la precaria estabilidad regional.

La reacción del gobierno, al suspender unos diálogos que en la era Duque no habían comenzado, era la única posible, pero augura un periodo de mayor incertidumbre y violencia en el que los actores internacionales, entre ellos la devaluada dictadura venezolana, pretenden adquirir un mayor peso  en su dinámica.

El escenario en que ha ocurrido el atentado  se caracteriza por factores como las deterioradas relaciones del gobierno de Colombia con el régimen de Maduro; la innegable influencia que este ejerce en el E.L.N y el aprovechamiento  que  hace de la zona de frontera; las dificultades del llamado posconflicto con las FARC, y la guerra que continúa por parte del Estado colombiano contra organizaciones criminales narcotraficantes allí y en otras zonas del país.

Siendo múltiples las consecuencias del atentado, algunas de ellas son la desviación de la atención y la presión sobre zonas como Tumaco y el Catatumbo, con una fuerte presencia militar ahora, y la notificación de que la dictadura venezolana, mientras subsista, será un actor relevante en un momento en que las relaciones entre los dos gobiernos están completamente rotas. Recientemente  el canciller del régimen se quejaba de que su par de Colombia ni le pasaba al teléfono ni le respondía llamadas. ¿Esperará que ahora lo haga?

La acción terrorista, interpretada por sus autores como un acto de guerra, valoriza las acciones de la dictadura. Por la misma ruta, también valoriza, pero pone en entredicho, las de sus amigos y acreedores, el gobierno ruso y  chino, con asiento y capacidad de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, y que, formalmente, también  son amigos de Colombia , por lo que deberían , desde ahora, aclarar los alcances de su respaldo a la dictadura.

La acción terrorista se produce en un momento en que la popularidad del presidente Duque había caído, como consecuencia de su actitud razonable al situarse lejos de los extremos. Iniciamos una nueva coyuntura interna: todas las fuerzas políticas, incluyendo  las reincorporadas FARC, han respaldado al presidente y las instituciones. La opinión pública también, como se pudo observar en las marchas  ayer. ¿Cambiarán las encuestas?

A propósito de las marchas y la indignación de la opinión, cualquier cálculo por parte de los responsables del atentado podía prever la reacción ciudadana: desde hace mucho el E.L.N pareciera indiferente a las consecuencias políticas de sus actos aunque ha insistido, como parte del diálogo, en lo que ha llamado una Asamblea Nacional. Las marchas ayer fueron una verdadera Asamblea general, expresamente en su contra. Queda claro que los objetivos del atentado no fueron nunca  políticos, por lo menos en lo que a política interna se refiere. Hoy, más que nunca, se evidencia que el E.L.N no tiene un mando unificado. ¿Con quién negociaría el gobierno?

La  bomba no se puede observar como una forma de presionar los diálogos: se trata de poner en entredicho la capacidad militar y de gobierno del Estado colombiano; ha sido   una notificación de uno de los actores con influencia en una zona de frontera, amigo de una dictadura que no encuentra ya maneras de conseguir oxígeno por sí misma.¿Salvavidas a Maduro?

@herejesyluis

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