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¿Equilibrio de poderes o mini reforma?

Luis Carvajal Basto
29 de septiembre de 2014 - 03:00 a. m.

Mientras en el mundo, en la última década, una gran tormenta azota al sistema político reclamando respuestas de fondo, aquí intentamos una reforma de corto plazo ¿Es necesaria?

La democracia afronta por estos días, prácticamente en todo el mundo, los más grandes retos en los últimos 60 años: crisis de los partidos;  desprestigio de la política;  permanentes escándalos de corrupción y los efectos de la reciente crisis económica han convergido en un cuestionamiento de fondo acerca de su vigencia.

El modelo de Estado sustentado en ella que busca privilegiar el interés general sobre el particular y su intervención para reducir desequilibrios y propiciar el progreso, ha sido duramente cuestionado desde diferentes ángulos, comenzando por quienes consideran que los gobiernos incurren en “gastos” excesivos, buscando reducir su tamaño y los límites de su intervención mediante reglas fiscales. Es una visión contable del papel del Estado que excluye sus fundamentos sociales y políticos. En el otro extremo, indignados marginados y pobres tampoco están satisfechos.

En Colombia hemos estado  alejados de esa discusión por encontrarnos “ocupados” resolviendo las particularidades de nuestro conflicto, los efectos del narcotráfico y  una estrategia equivocada, centrada en la represión, y costosa en la lucha antidrogas, con efectos sobre toda la sociedad y nuestra institucionalidad. ¿Se justifica una reforma cortoplacista mientras hacemos una de verdad, después de los acuerdos de Paz?

Todo hace pensar que necesitamos este ajuste transitorio: restablecer el equilibrio de poderes y eliminar la reelección, y las reelecciones, parecía la motivación inicial. Ahora hablamos de asuntos como las listas cerradas; el voto obligatorio; la circunscripción nacional para senado  etc. Mejor dicho,  una reforma política  en pequeña escala.

Las listas cerradas son una necesidad para reestablecer la importancia  de los partidos y reducir la influencia de la plata, bien y mal habida, en la política, siempre y cuando los partidos realicen su propia apertura , acojan sectores que tradicionalmente no participan y  capas ciudadanas nuevas  que no tienen representación. De lo contrario no serán los congresistas si no los mismos partidos quienes sigan cautivos de los  males que hemos padecido. ¿Listas cerradas sin reforma de Partidos? Es un saludo a la bandera, que perpetuará el divorcio entre partidos y ciudadanía.

El voto obligatorio puede ser una opción interesante para mejorar el interés en la política y promover  responsabilidad ciudadana hacia los asuntos del Estado. Pero la participación electoral así inducida necesita como complemento medidas que promuevan la participación en temas no necesariamente electorales como el control ciudadano a la gestión del gobierno y el gasto público; la promoción de asociaciones ciudadanas como las juntas de usuarios, de acción comunal, asociaciones de padres y docentes que sean capaces no solo de controlar y ayudar a elaborar  las decisiones de gobierno, sino de hacerse cargo de una inmensa cantidad de obras públicas en barrios, localidades y veredas que podrían ejecutar mejor que nadie, reduciendo costos  e incorporando a la vida pública sectores hoy marginados y apáticos.

La reforma que hace trámite en el Congreso debe ocuparse de los temas del momento sin dejar de observar los que harán parte de la reestructuración de fondo que, más temprano que tarde, debemos asumir. El verdadero “arte” en esta  colcha de retazos con que tratamos temporalmente de arroparnos, consiste en realizar los ajustes urgentes, sin perder de vista un horizonte que cambia aceleradamente. Mejor dicho: se trata de una reforma tan indispensable como transitoria, sin que deje de ser un remiendo, aunque sea necesario.

@herejesyluis

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