Al igual que cualquiera de los gobiernos anteriores, exceptuando el de Duque, el de Petro logra rápidamente mayorías en el Congreso confirmando que el partido mayoritario en Colombia ―en cualquier época― es el partido de gobierno. En un ejercicio de pragmatismo el poder del ejecutivo se hace sentir, pero no es saludable para la democracia que ocurra lo mismo con el poder judicial y los nombramientos que se avecinan en la Corte Constitucional. Tampoco que el desconcierto de la oposición se extienda en el tiempo, como ocurre ahora. Una cosa es unidad y otra cosa unanimismo. En democracia, el sistema político que permitió a Petro ejercer la oposición y acceder al poder, alguien debe controlar con garantías y ejercer contrapesos.
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