Curioso que el número de la resolución del consejo de seguridad que autoriza la zona de exclusión aérea sobre Libia y otras acciones, coincide con el año en que estalló la guerra de Yom Kipur, durante la cual y por primera vez fue utilizada el arma del petróleo árabe contra occidente.
Curioso es también el tiempo que se demoró el Consejo de Seguridad en poner de acuerdo a algunos de sus miembros para que voten favorablemente la resolución y a Rusia y China para que no la veten, como también despierta curiosidad los pesos pesados que se abstuvieron en la votación, Rusia, China, Alemania, India y Brasil, y más curioso aún, el apoyo de la liga árabe.
Lo que ha sucedido en Libia en los últimos días con el avance de Gadafi, cuando ya muchos habían escrito su obituario, representa un frenazo a la revolución árabe que parecía avanzar en varios países de la región.
Gadafi volteó la mesa y avanzaba ya raudo hacia Bengasi, último bastión de los rebeldes. De igual manera la dinastía sunita gobernante en Bahréin abandonó la actitud conciliatoria con la oposición y acudió a la represión pura y dura contra los manifestantes shiitas invitando además a las tropas saudíes a colaborar en la contención de las protestas, mientras que en Yemen, el presidente Saleh mata con impunidad a los manifestantes en las calles de Saná.
Una vez emitida la resolución 1973 el canciller libio se anticipó a cualquier acción, anunciando un “total cese al fuego para cumplir con la resolución y proteger a los civiles”, colocado en una encrucijada a aquellos países ansiosos de iniciar acciones militares contra Gadafi
¿A la luz de los últimos acontecimientos, cuáles son los posibles escenarios en Libia?
La resolución autoriza acciones encaminadas a “defender a la población civil” pero no autoriza una invasión del territorio libio, por lo que en la práctica se trata de posibles ataques aéreos a instalaciones militares, defensas antiaéreas, derribamiento de aviones de combate, bombardeo a tropas y a objetivos estratégicos como plantas de electricidad, puertos, instalaciones del gobierno, radares, etc.
El futuro de Libia está sumido en la incertidumbre y no se vislumbra una solución inminente a la crisis. No es clara la legitimidad ni la unidad de los rebeldes, ni hasta qué punto podrían negociar con Gadafi y su entorno. Tampoco es claro si se puede negociar con Gadafi y de ser así en qué términos y sobre qué versaría la negociación. Otro interrogante es quién o qué país podría mediar en una negociación para buscar una salida al conflicto libio. Y finalmente, de caer Gadafi, ¿quién coparía el vacío de poder para evitar la “somalización” del país?
Los ataques aéreos por si solos no van a derrotar a Gadafi y las intervenciones militares, como se ha demostrado una y otra vez, adquieren una dinámica propia más allá de sus objetivos iniciales, lo que podría conducir a una intervención militar en el país. Días aciagos le esperan a los 6 millones de habitantes de esta atribulada nación.
Curioso que el número de la resolución del consejo de seguridad que autoriza la zona de exclusión aérea sobre Libia y otras acciones, coincide con el año en que estalló la guerra de Yom Kipur, durante la cual y por primera vez fue utilizada el arma del petróleo árabe contra occidente.
Curioso es también el tiempo que se demoró el Consejo de Seguridad en poner de acuerdo a algunos de sus miembros para que voten favorablemente la resolución y a Rusia y China para que no la veten, como también despierta curiosidad los pesos pesados que se abstuvieron en la votación, Rusia, China, Alemania, India y Brasil, y más curioso aún, el apoyo de la liga árabe.
Lo que ha sucedido en Libia en los últimos días con el avance de Gadafi, cuando ya muchos habían escrito su obituario, representa un frenazo a la revolución árabe que parecía avanzar en varios países de la región.
Gadafi volteó la mesa y avanzaba ya raudo hacia Bengasi, último bastión de los rebeldes. De igual manera la dinastía sunita gobernante en Bahréin abandonó la actitud conciliatoria con la oposición y acudió a la represión pura y dura contra los manifestantes shiitas invitando además a las tropas saudíes a colaborar en la contención de las protestas, mientras que en Yemen, el presidente Saleh mata con impunidad a los manifestantes en las calles de Saná.
Una vez emitida la resolución 1973 el canciller libio se anticipó a cualquier acción, anunciando un “total cese al fuego para cumplir con la resolución y proteger a los civiles”, colocado en una encrucijada a aquellos países ansiosos de iniciar acciones militares contra Gadafi
¿A la luz de los últimos acontecimientos, cuáles son los posibles escenarios en Libia?
La resolución autoriza acciones encaminadas a “defender a la población civil” pero no autoriza una invasión del territorio libio, por lo que en la práctica se trata de posibles ataques aéreos a instalaciones militares, defensas antiaéreas, derribamiento de aviones de combate, bombardeo a tropas y a objetivos estratégicos como plantas de electricidad, puertos, instalaciones del gobierno, radares, etc.
El futuro de Libia está sumido en la incertidumbre y no se vislumbra una solución inminente a la crisis. No es clara la legitimidad ni la unidad de los rebeldes, ni hasta qué punto podrían negociar con Gadafi y su entorno. Tampoco es claro si se puede negociar con Gadafi y de ser así en qué términos y sobre qué versaría la negociación. Otro interrogante es quién o qué país podría mediar en una negociación para buscar una salida al conflicto libio. Y finalmente, de caer Gadafi, ¿quién coparía el vacío de poder para evitar la “somalización” del país?
Los ataques aéreos por si solos no van a derrotar a Gadafi y las intervenciones militares, como se ha demostrado una y otra vez, adquieren una dinámica propia más allá de sus objetivos iniciales, lo que podría conducir a una intervención militar en el país. Días aciagos le esperan a los 6 millones de habitantes de esta atribulada nación.