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La UN y el San Juan de Dios

Mario Méndez
31 de marzo de 2015 - 02:45 a. m.

A pesar de los tropiezos jurídicos, no conocidos suficientemente pero superables, se tiene la certidumbre de que el San Juan de Dios, el hospital más importante de Colombia, volverá a funcionar.

Uno de los elementos generadores de confianza lo constituye la presencia de la Universidad Nacional en el dilatado proceso encaminado a darle nueva vida a este centro cuyo cierre ocupa uno de los primeros lugares en la lista de infamias de nuestra historia. ¿Cómo la ciudadanía no estalló en protesta cuando aquello ocurrió en el año 2001?

Resulta, por tanto, muy emocionante haber visto en televisión al presidente, el gobernador de Cundinamarca y el alcalde de la ciudad, comprometidos como quedaron en una reparación de tales dimensiones. ¿Cuáles son las razones para ver como positiva la participación allí de la primera universidad del país? Son llanamente su credibilidad, su carácter y la capacidad de la gente de una academia personificadora de lo mejor de la esencia nacional. ¿Cuándo se ha sabido de corrupción en la UN?

Mientras el país se consume en una degradación desaforada en todos los estratos, ¡y entiéndase bien esto: en todos!, la Nacho presenta un cuadro de vida y realizaciones generadores de orgullo para quienes pasamos por sus aulas y nos consideramos producto de su tarea portentosa. Basta con leer el UN Periódico cada 20 días para ver el tamaño y la envergadura del quehacer de esta universidad.

Es necesario recordarlo: en el San Juan de Dios, cuyo trisesquicentenario se cumplió en 2014, se preparaban los estudiantes de medicina de la UN, lo cual, a la vez, les daba altura a los servicios del hospital y se tornaba factor de cualificación para la universidad misma. Luego reconforta que nuestra alma máter esté de nuevo en este espacio, hecho saludable para nuestros sueños, representativos de los de millones de colombianos.

Y hablando de aniversarios, la Nacional llegará a sus primeros 150 años en 2018 y este sesquicentenario la encontrará trabajando por el nosocomio donde se formaron Juan Mendoza Vega, el genetista Emilio Yunis, Fernando Sánchez Torres, el patólogo Guillermo Fergusson Manrique, el médico investigador Manuel Elkin Patarroyo, Juan N. Corpas y un selecto etcétera. Es éste, entonces, un componente de alto nivel unido a la ingente obra por devolverle lo perdido a un importante conglomerado humano, burlado cuando se cerraron las puertas del complejo hospitalario del San Juan de Dios, con toda su amplia infraestructura de especialidades y unidades de investigación.

Será necesario estar vigilantes y poner el ojo en cuanto ocurra para conseguir los propósitos de reapertura. Y una vez logrado, ¡que jamás la población de Bogotá y el país sufran otra vez ante un NO en los institutos Materno-Infantil y Dermatológico, parte del San Juan de Dios! Igualmente, ¡que los apóstoles de la ciencia de la inmunología y otras no vuelvan a verse sometidos a mendigar un espacio en el cual seguir escudriñando en los arcanos de la materia y dedicando su vida al ser humano!

¡Esculapio desde el Olimpo y el espíritu de Hipócrates desde la Tierra acompañen a quienes hoy emprenden el trabajo de salvación del San Juan de Dios!

 

 

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