Torrijos, Duque, Uribe y la batalla contra el comunismo
Confirmada la llegada de Vicente Torrijos a la dirección del Centro de Memoria Histórica, no queda sino agradecer al incansable Gonzalo Sánchez por su labor en la construcción de verdades plurales. Aplausos para el historiador y su equipo de colaboradores.
Ya en este punto da igual si Torrijos mintió en publicaciones y coloquios sobre su doctorado; si le homologaron su experiencia a través del artículo 36 del Estatuto del Profesor de la Universidad del Rosario, hasta convertirlo en doctor sin doctorado; si le abrieron proceso disciplinario por mentiroso, quizás, o por no respetar el contrato de exclusividad que tenía con la universidad al trabajar igualmente para los militares; si al final las directivas de la universidad optaron por echarlo “con causa justa”, o si ahora sugiere, para terminar de comprobarnos que la verdad no es lo suyo, que en realidad renunció a su trabajo como profesor titular.
Cualquiera que sea el caso, sigue siendo cierto que al presidente Duque le tiene sin cuidado. Que el nuevo encargado de buscar las verdades sobre el conflicto armado llegue al cargo con la reputación por el suelo es lo de menos. A lo sumo, pensará el presidente, estamos ante otro novelón de las insufribles redes sociales. Un meme más de los mamertos que no requiere ser debatido.
Se impuso, entre tanto, lo que bien podría ser considerado una orden presidencial: que el Centro lo dirija cualquier persona siempre que no provenga de la izquierda. Y por izquierda entiéndase cualquier investigador para el que la Guerra Fría haya dejado de ser determinante en sus posiciones políticas. Con el uribismo entramos en la era de la guerra contra el comunismo como eje articulador de los relatos.
Ojalá le cambien el nombre a la institución para que no se mezcle lo hecho con lo que está por hacerse. Que guarden la referencia al Centro, si quieren, pero que no enloden la memoria histórica. Estamos ante un despacho del Centro, pero Democrático.
Confirmada la llegada de Vicente Torrijos a la dirección del Centro de Memoria Histórica, no queda sino agradecer al incansable Gonzalo Sánchez por su labor en la construcción de verdades plurales. Aplausos para el historiador y su equipo de colaboradores.
Ya en este punto da igual si Torrijos mintió en publicaciones y coloquios sobre su doctorado; si le homologaron su experiencia a través del artículo 36 del Estatuto del Profesor de la Universidad del Rosario, hasta convertirlo en doctor sin doctorado; si le abrieron proceso disciplinario por mentiroso, quizás, o por no respetar el contrato de exclusividad que tenía con la universidad al trabajar igualmente para los militares; si al final las directivas de la universidad optaron por echarlo “con causa justa”, o si ahora sugiere, para terminar de comprobarnos que la verdad no es lo suyo, que en realidad renunció a su trabajo como profesor titular.
Cualquiera que sea el caso, sigue siendo cierto que al presidente Duque le tiene sin cuidado. Que el nuevo encargado de buscar las verdades sobre el conflicto armado llegue al cargo con la reputación por el suelo es lo de menos. A lo sumo, pensará el presidente, estamos ante otro novelón de las insufribles redes sociales. Un meme más de los mamertos que no requiere ser debatido.
Se impuso, entre tanto, lo que bien podría ser considerado una orden presidencial: que el Centro lo dirija cualquier persona siempre que no provenga de la izquierda. Y por izquierda entiéndase cualquier investigador para el que la Guerra Fría haya dejado de ser determinante en sus posiciones políticas. Con el uribismo entramos en la era de la guerra contra el comunismo como eje articulador de los relatos.
Ojalá le cambien el nombre a la institución para que no se mezcle lo hecho con lo que está por hacerse. Que guarden la referencia al Centro, si quieren, pero que no enloden la memoria histórica. Estamos ante un despacho del Centro, pero Democrático.