En su Carta VII, Platón recuerda que constituye un muy inadecuado método de lectura el confundir las máximas filosóficas con justificaciones para la acción, y reducir la pedagogía y el diálogo a meras formulaciones. Llamando la atención sobre la prudencia que debería acompañar cualesquiera comunicaciones con quienes gobiernan, recomienda “no hablar de manera directa, pues nuestra seguridad se vería comprometida; por ello fingimos al hablar”.
Para evitar los malentendidos en que caen quienes critican a Platón como el primer “enemigo de la sociedad abierta”, como Popper y Vargas Llosa, el verbo que aquel utiliza –fingir, actuar o simular, crear artefactos o ficciones- es muy diferente de este otro, disimular. El segundo implica ocultar y por extensión la acción que se realiza en secreto antes que a la luz pública. El primero, en contraste, sugiere los esfuerzos similares realizados por quienes buscan hacer presente o traer al escenario público una misma cosa que antes no estaba allí. Lo que quiere aparecer en el escenario a la luz pública es la comunidad misma que de esta manera se hace presente y abre para sí un camino diferente.
El punto es que en vez de hacer peticiones a quienes gobiernan o esperar su favor tras haberles brindado apoyo y consejo, lo que suele ocurrir en el secreto y la oscuridad, con frecuencia mediado por el dinero, y suele terminar mal para quien aconseja (recuérdese el caso de Sócrates), para la comunidad y quienes escriben y reflexionan sobre su situación actual en busca de un futuro diferente es mejor juntarse y realizar alianzas.
La política consiste en realizar este tipo de alianzas que abren en el presente caminos diferentes a los callejones sin salida ya transitados. La escritura es su medio: el teatro en cuya escena se revela la impotencia del gobernante; la ficción narrativa y crítica que desde Thomas More a Walter Benjamin y el recién desaparecido escritor caribeño William Harris, nos ayuda a pensar la tragedia de nuestra condición presente e imaginar una diferente; el buen periodismo cuando trae a la luz aquello que los poderosos preferirían oculto; y el diálogo, que en todas sus formas re-instituye mediante la celebración de acuerdos en reemplazo de las leyes corruptas por la guerra y da vida nueva a comunidades que parecían condenadas a la autodestrucción y la muerte.
Quienes en cambio dan consejo y apoyo en espera de favores, quienes forjan compromisos tras bambalinas, quienes venden y compran votos o conciencias, quienes manipulan con el miedo, el ocultamiento y la falsedad a la opinión y prefieren aniquilar al contrincante antes que hablar, son quienes corrompen las instituciones políticas. Al hacerlo no solo traicionan a la comunidad sino que la desintegran. Platón les llama tiranos. Debemos aliarnos para derrotarlos.
En su Carta VII, Platón recuerda que constituye un muy inadecuado método de lectura el confundir las máximas filosóficas con justificaciones para la acción, y reducir la pedagogía y el diálogo a meras formulaciones. Llamando la atención sobre la prudencia que debería acompañar cualesquiera comunicaciones con quienes gobiernan, recomienda “no hablar de manera directa, pues nuestra seguridad se vería comprometida; por ello fingimos al hablar”.
Para evitar los malentendidos en que caen quienes critican a Platón como el primer “enemigo de la sociedad abierta”, como Popper y Vargas Llosa, el verbo que aquel utiliza –fingir, actuar o simular, crear artefactos o ficciones- es muy diferente de este otro, disimular. El segundo implica ocultar y por extensión la acción que se realiza en secreto antes que a la luz pública. El primero, en contraste, sugiere los esfuerzos similares realizados por quienes buscan hacer presente o traer al escenario público una misma cosa que antes no estaba allí. Lo que quiere aparecer en el escenario a la luz pública es la comunidad misma que de esta manera se hace presente y abre para sí un camino diferente.
El punto es que en vez de hacer peticiones a quienes gobiernan o esperar su favor tras haberles brindado apoyo y consejo, lo que suele ocurrir en el secreto y la oscuridad, con frecuencia mediado por el dinero, y suele terminar mal para quien aconseja (recuérdese el caso de Sócrates), para la comunidad y quienes escriben y reflexionan sobre su situación actual en busca de un futuro diferente es mejor juntarse y realizar alianzas.
La política consiste en realizar este tipo de alianzas que abren en el presente caminos diferentes a los callejones sin salida ya transitados. La escritura es su medio: el teatro en cuya escena se revela la impotencia del gobernante; la ficción narrativa y crítica que desde Thomas More a Walter Benjamin y el recién desaparecido escritor caribeño William Harris, nos ayuda a pensar la tragedia de nuestra condición presente e imaginar una diferente; el buen periodismo cuando trae a la luz aquello que los poderosos preferirían oculto; y el diálogo, que en todas sus formas re-instituye mediante la celebración de acuerdos en reemplazo de las leyes corruptas por la guerra y da vida nueva a comunidades que parecían condenadas a la autodestrucción y la muerte.
Quienes en cambio dan consejo y apoyo en espera de favores, quienes forjan compromisos tras bambalinas, quienes venden y compran votos o conciencias, quienes manipulan con el miedo, el ocultamiento y la falsedad a la opinión y prefieren aniquilar al contrincante antes que hablar, son quienes corrompen las instituciones políticas. Al hacerlo no solo traicionan a la comunidad sino que la desintegran. Platón les llama tiranos. Debemos aliarnos para derrotarlos.