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¿Qué filosofía para las Americas?

Oscar Guardiola-Rivera
04 de agosto de 2021 - 05:05 a. m.

No debería resultar difícil comprender hoy, tras Brexit y la deriva posfascista, que los límites del proyecto federal europeo son “el resultado de la tenaz resistencia de los nacionalismos”.

La cita pertenece al pensador político italiano Pier Paolo Portinari, cuya obra apenas comienza a conocerse entre los lectores de habla hispana. Aconseja, en tono realista, tener en cuenta las consecuencias de la existencia de fuertes estructuras nacionales: “Estas obstruyen, por un lado, la vía de la formación de un Estado federal multinacional, y, por otro, frenan y obstaculizan la formación de una sociedad auténticamente multicultural”.

Por ello, explica, la vía tecnocrática de la Unión Europea ha sido una alternativa al obstruccionismo de los intereses nacionales, y hoy, nacionalistas. Ello no le ha permitido protegerse de la patología del lobbismo que los moralistas entre nosotros suelen llamar ‘corrupción’. Estos últimos suelen apelar al ya agotado expediente de las manzanas podridas y, en igual sentido, a la contingencia y la particularidad de los casos en que los intereses económicos mas fuertes instrumentalizan la violencia del estado y sus instituciones constitucionales.

En contra de dicho moralismo, y de la tiranía de la contingencia y la particularidad que afecta por igual a críticos de derechas y de izquierdas partidarios de los medios puros, la horizontalidad pura, y, en fin, lo puro y la homogeneidad del grupo, habría que reconocer el hecho de que, cuando menos, esa vía ha evitado que los intereses mas fuertes saldaran sus cuentas con ulteriores impulsos a la politización de los conflictos.

Es lo contrario de lo que ha ocurrido en las Américas, donde los intereses mas fuertes han politizado los conflictos hasta el extremo de llegar a las masacres, los falsos positivos, el genocidio y el democidio durante las protestas de los anos de la peste en este siglo. En los últimos años, respecto al debate que desde hace décadas cuestiona la identidad de occidente y ve contraponerse una concepción inclusiva del mismo frente a una concepción exclusiva, se han delineado posiciones paralelas tanto en Europa como en las Américas encaminadas a enfatizar una tercera vía identitaria.

En Europa se habla de una identidad mediterránea, anti-atlántica, que idealiza el renacimiento y afirma al mediterráneo como la reserva moral de occidente y la cuenca ecológica de su humanismo. En las Américas, ciertas tendencias decoloniales apelan con un lenguaje similar y con similar espíritu anti-atlántico a la identidad andina. Habría mucho mas que decir acerca de este neo-dualismo geopolítico que opone terra-centrismo en función anti-oceánica y reivindica la pureza heterogénea de su propia herencia contra la corrupción del invasor.

Baste decir que dicha ya fue objeto de critica entre nosotros por los pensadores caribeños de comienzos y finales del siglo veinte, pues es fácilmente recuperable por el discurso nacionalista (y los intereses económicos) a los que poco les convienen las mediaciones institucionales y democráticas. Conviene tener en cuenta dichas criticas a la hora de dar el debate acerca del tipo de unión continental que debiera reemplazar, o reformar, la maltrecha OEA.

¿Qué filosofía para las Américas? Con claridad, no una que sea anti-moderna. No necesita ser europeísta ni andinista para reconocer en la gramática de las instituciones y su reforma no-reformista las posibilidades para el avance del proyecto republicano y humanista de las Américas norte y sur. Dicho cosmopolitanismo requiere de una clara conciencia nacional, sus trampas y la necesidad de una materia popular y republicana menos amorfa que se oponga al proceso de auto-destrucción de los intereses corporativos y nacionalistas.

 

hernando(26249)04 de agosto de 2021 - 02:59 p. m.
Tu mensaje esta en ultimo parrafo. Los prolegómenos sobran y enredan. Lo esencial es reformar tribalismo nacional ante inevitable globalización
Jaime(92234)04 de agosto de 2021 - 08:51 p. m.
Qué enredo semántico! Un típico ejemplo de una "narrativa" posmoderna sobre geopolítica, cultura, discurso y lucha de intereses económicos. Entendí poco del artículo!
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