A diario vemos a los representantes de la Iglesia católica sugiriendo o recomendando el perdón a sus fieles, lo cual no está mal. Al fin de cuentas, el legado que Jesucristo nos dejó fue justamente ese. Sin embargo mi pregunta es: ¿cuándo pedirán perdón por los actos de abuso sexual en los que sacerdotes de nuestro país se han visto inmersos?
En Colombia se habla de abusos contra menores de edad y se exige prisión perpetua para las personas del común que en su mayoría tienen cercanía familiar con el niño o niña abusado(a), pero se mantiene silencio frente a los casos en los que se señala a algún sacerdote. Esto debe cambiar si de verdad queremos respeto por nuestra población infantil.
Esta crítica no la hago porque sea ateo. Todo lo contrario, soy muy creyente y practicante de la fe católica y es por esto que me cuesta aceptar que un representante de la Iglesia abuse de la confianza que le otorgan los fieles para que les enseñe a sus hijos la palabra de Dios.
Si la sociedad en general protegiera de verdad a sus niños, estoy seguro de que esa actitud un tanto complaciente con los sacerdotes que son señalados de abuso sexual infantil se acabaría del todo. Todavía recuerdo las imágenes en televisión de alumnos y padres de familia rodeando a quien entonces ocupaba el cargo de padre rector del Colegio San Viator, Albeiro Vanegas, a quien se le señaló por el posible abuso de Nicolás Machete y Daniel Eduardo Osorio. Este último terminó suicidándose.
¿Cuál fue la razón que tuvo en ese entonces la comunidad educativa del Colegio San Viator para rodear a quien se señalaba de abuso sexual a un menor de edad? ¿Que era un sacerdote?
Siempre he pensado que un sacerdote es quien debe dar mayor ejemplo de lo que significa el respeto hacia el otro y es la misma sociedad quien debe exigírselo. No es agachando la cabeza y demostrándoles temor como les vamos a enseñar a respetar a nuestros menores de edad, porque, al contrario, esto es como darles una patente para que hagan y deshagan.
Son muchas las personas que aseguran que sus hijos o ellos mismos en su infancia y adolescencia fueron abusados por un cura, y es precisamente eso lo que describe el colega Juan Pablo Barrientos en su libro Dejad que los niños venga a mí.
Por todo lo anterior, considero que la Iglesia católica en Colombia está en mora de pedir perdón por la conducta de aquellos sacerdotes que, abusando de la confianza que les otorgan los fieles en ciudades, municipios y pueblos del país, han abusado de menores de edad.
Así como se exige cadena perpetua para violadores de niños y niñas, también se les debe exigir respeto a los sacerdotes católicos por nuestros menores.
@sevillanoscar