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Iguaque

Pablo Leyva
02 de octubre de 2022 - 05:30 a. m.

Las fotografías de El Espectador (26/08/2022), una escalera de madera apoyada en un peñasco, un puente en medio del bosque y una plataforma para selfis sobre el borde de una laguna sagrada de Iguaque, son imágenes poderosas que motivan la reflexión sobre el sentido que nuestra civilización le da a la naturaleza.

Como gerente (e) del Inderena, en 1977, por designación de Julio Carrizosa, recibí al profesor de química de la Universidad Nacional Hernando Arias Páez, quien me propuso incluir a Iguaque dentro del gran proyecto de declaratoria de 13 parques nacionales y seis reservas, un desarrollo del Código de los Recursos Naturales de 1974. Iguaque se declaró Santuario de Fauna y Flora: un lugar sagrado, respetado, venerado, cuidado. Esto era especialmente importante para Villa de Leyva y la provincia del Alto Ricaurte, en grave pobreza y deterioro natural. Alfonso Pérez Preciado, geógrafo boyacense, realizó la delimitación de Iguaque.

En los años 70, Hernando Arias Páez adquirió un predio desertificado y erosionado en Sutamarchán, que reforestó con pinos, los únicos árboles que tenían los viveros institucionales; después construyó represas para controlar la erosión, mantener la humedad y regar. El paisaje cambió, los suelos se recuperaron en algunas partes, donde empezó a cultivar tomate, cebolla, pimentón y zucchini. La idea tuvo eco. También instaló un radiotelescopio que funcionó durante un tiempo.

El Museo Paleontológico de la Universidad Nacional, el Colegio Verde y las publicaciones de varios académicos estimularon la idea de restaurar, reverdecer e impulsar la región como centro educativo, cultural y científico. Lo que tomó fuerza durante la reglamentación de los institutos de investigación del Sistema Nacional Ambiental, Ley 99 de 1993. Analizado el cubrimiento espacial de los institutos y la importancia de la descentralización, surgió Villa de Leyva como opción privilegiada para el Instituto Humboldt. Gracias al trabajo del artista y ambientalista Diego Arango Ruiz, la comunidad recibió con entusiasmo la propuesta; enviaron al Gobierno Nacional una carta de apoyo con miles de firmas y la Alcaldía ofreció la sede para el Instituto, en donde inició labores. Después se abrió una oficina en Bogotá y lo trasladaron a la capital.

Con el apoyo del Minambiente y suficiente presupuesto, el Humboldt debe regresar a Villa de Leyva y a sus funciones nacionales. También debe contribuir con las instituciones educativas, ONG, parques nacionales, Corpoboyacá, la Gobernación, las alcaldías y la comunidad, de forma democrática y plural, a corregir el actual desarrollo insostenible del territorio, el turismo consumista y depredador, la pobreza, la minería y agricultura de alto impacto, la contaminación, el mal manejo del agua, el suelo y la vegetación. “La civilización se extravió en estos valles… La decisión es de todos”*.

Iguaque debe pensarse conectado a un sistema de reservas, componente estructural estratégico de un ecodesarrollo y ocupación sostenible del territorio, en un posible Distrito de Manejo Integrado, agroecológico, patrimonial, científico y cultural para Villa de Leyva y el Alto Ricaurte; una propuesta para el país.

* Joaquín Molano Barrero. “Villa de Leyva. Interpretación geográfica de una catástrofe ambiental”. Sociedad Geográfica de Colombia. 2022.

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