Entrar a este lugar significa transportarse emocionalmente a restaurantes o bares de tradición en Buenos Aires, São Paulo o Río de Janeiro, en sitios atractivos para reunirse con los amigos.
Un formato nuevo, sin duda resultado de un trabajo inteligente y serio de investigación sobre el ocio y la gastronomía en Bogotá. Arquitectura fresca y artística en sus pisos, lámparas, ventanales, mesones y techos altos, con un menú de platos ligeros para todos los gustos pero con calidad gourmet; una vez más un acierto de su chef Leo Espinosa. Coctelería creativa y acertada, un DJ con buena música, precios razonables, muy buena atención, en suma, un ambiente cálido y placentero.
El aroma del frío y el relajamiento nos llegó con el gin tonic de eucalipto, con cohombro y albahaca, y el vodka con peras, jengibre y limón. Aunque no pudimos encontrar el jengibre, estos cocteles merecen un aplauso por su gusto y presentación.
El aroma del calor y de la satisfacción vino con el envuelto de tilapia, un maravilloso filete de pescado caldoso y de color rojo intenso servido dentro de una hoja de plátano, sello que caracteriza a su chef. La cazuela de arroz, con guiso criollo y carne molida, es un “calentao” servido en vasija honda con tapa y sabor de almuerzo campesino envuelto en hoja de plátano, de esos que nuestros padres llevaban a los paseos a la sombra de un árbol al lado de una quebrada, y que ahora muchos quisiéramos llevar en una canasta de picnic y disfrutar al aire libre.
El arroz con pollo es muy diferente de la tradicional receta casera, pues esta versión es orientalizada y de color oscuro, muy grata, aunque la cantidad servida es francamente pequeña. El pollo campesino braseado, con adobo a escoger entre salsas de pesto, frutas o especias, servido en una olla esmaltada con tapa, resultó magnífico. Escogimos la salsa de especias, con un picante suave y un ave tierna de cuero crocante, rojizo y cautivador. Un tesoro dentro de la olla.
Una delicia las gaseosas naturales servidas en jarras, licuados estupendos de mezclas de frutas, y también la limonada endulzada con panela, bebida frecuente en cientos de miles de hogares colombianos.
En definitiva, un sitio muy placentero e integral para todos los gustos. ¡Que viva el Mercado, con su comida orgánica fresca y sana y su carrito de ceviches!
Muy buena relación CLAP: calidad-atención-recinto-inversión.
*Para serle franco
Entrar a este lugar significa transportarse emocionalmente a restaurantes o bares de tradición en Buenos Aires, São Paulo o Río de Janeiro, en sitios atractivos para reunirse con los amigos.
Un formato nuevo, sin duda resultado de un trabajo inteligente y serio de investigación sobre el ocio y la gastronomía en Bogotá. Arquitectura fresca y artística en sus pisos, lámparas, ventanales, mesones y techos altos, con un menú de platos ligeros para todos los gustos pero con calidad gourmet; una vez más un acierto de su chef Leo Espinosa. Coctelería creativa y acertada, un DJ con buena música, precios razonables, muy buena atención, en suma, un ambiente cálido y placentero.
El aroma del frío y el relajamiento nos llegó con el gin tonic de eucalipto, con cohombro y albahaca, y el vodka con peras, jengibre y limón. Aunque no pudimos encontrar el jengibre, estos cocteles merecen un aplauso por su gusto y presentación.
El aroma del calor y de la satisfacción vino con el envuelto de tilapia, un maravilloso filete de pescado caldoso y de color rojo intenso servido dentro de una hoja de plátano, sello que caracteriza a su chef. La cazuela de arroz, con guiso criollo y carne molida, es un “calentao” servido en vasija honda con tapa y sabor de almuerzo campesino envuelto en hoja de plátano, de esos que nuestros padres llevaban a los paseos a la sombra de un árbol al lado de una quebrada, y que ahora muchos quisiéramos llevar en una canasta de picnic y disfrutar al aire libre.
El arroz con pollo es muy diferente de la tradicional receta casera, pues esta versión es orientalizada y de color oscuro, muy grata, aunque la cantidad servida es francamente pequeña. El pollo campesino braseado, con adobo a escoger entre salsas de pesto, frutas o especias, servido en una olla esmaltada con tapa, resultó magnífico. Escogimos la salsa de especias, con un picante suave y un ave tierna de cuero crocante, rojizo y cautivador. Un tesoro dentro de la olla.
Una delicia las gaseosas naturales servidas en jarras, licuados estupendos de mezclas de frutas, y también la limonada endulzada con panela, bebida frecuente en cientos de miles de hogares colombianos.
En definitiva, un sitio muy placentero e integral para todos los gustos. ¡Que viva el Mercado, con su comida orgánica fresca y sana y su carrito de ceviches!
Muy buena relación CLAP: calidad-atención-recinto-inversión.
*Para serle franco