Noticias

Últimas Noticias

    Política

    Judicial

      Economía

      Mundo

      Bogotá

        Entretenimiento

        Deportes

        Colombia

        El Magazín Cultural

        Salud

          Ambiente

          Investigación

            Educación

              Ciencia

                Género y Diversidad

                Tecnología

                Actualidad

                  Reportajes

                    Historias visuales

                      Colecciones

                        Podcast

                          Opinión

                          Opinión

                            Editorial

                              Columnistas

                                Caricaturistas

                                  Lectores

                                  Blogs

                                    Suscriptores

                                    Recomendado

                                      Contenido exclusivo

                                        Tus artículos guardados

                                          Somos El Espectador

                                            Estilo de vida

                                            La Red Zoocial

                                            Gastronomía y Recetas

                                              La Huerta

                                                Moda e Industria

                                                  Tarot de Mavé

                                                    Autos

                                                      Juegos

                                                        Pasatiempos

                                                          Horóscopo

                                                            Música

                                                              Turismo

                                                                Marcas EE

                                                                Colombia + 20

                                                                BIBO

                                                                  Responsabilidad Social

                                                                  Justicia Inclusiva

                                                                    Desaparecidos

                                                                      EE Play

                                                                      EE play

                                                                        En Vivo

                                                                          La Pulla

                                                                            Documentales

                                                                              Opinión

                                                                                Las igualadas

                                                                                  Redacción al Desnudo

                                                                                    Colombia +20

                                                                                      Destacados

                                                                                        BIBO

                                                                                          La Red Zoocial

                                                                                            ZonaZ

                                                                                              Centro de Ayuda

                                                                                                Newsletters
                                                                                                Servicios

                                                                                                Servicios

                                                                                                  Empleos

                                                                                                    Descuentos

                                                                                                      Idiomas

                                                                                                      Cursos y programas

                                                                                                        Más

                                                                                                        Cromos

                                                                                                          Vea

                                                                                                            Blogs

                                                                                                              Especiales

                                                                                                                Descarga la App

                                                                                                                  Edición Impresa

                                                                                                                    Suscripción

                                                                                                                      Eventos

                                                                                                                        Pauta con nosotros

                                                                                                                          Avisos judiciales

                                                                                                                            Preguntas Frecuentes

                                                                                                                              Contenido Patrocinado
                                                                                                                              30 de enero de 2019 - 12:00 a. m.

                                                                                                                              Bocelli

                                                                                                                              Esta es una historia personal. Lo rescatamos el 14 de febrero de 2015, en una veterinaria adusta y oscura, de jaulas oxidadas y paredes percudidas, a un kilómetro de la autopista que conduce hacia el aeropuerto nororiental de Pekín: en un barrio donde las aceras se camuflan bajo el polvo y la tierra que suelta el invierno seco, de casi 10 grados bajo cero. El perro que apretaba la nariz contra los barrotes era ciego, y si nadie venía a recogerlo al día siguiente lo echarían de nuevo a la calle.

                                                                                                                              En realidad la idea no fue mía. Mi pareja, Dana, lo vio en una fotografía que compartió en Facebook un grupo de rescate de animales dirigido por un americano. Su labor me recordaba a esa leyenda oriental del hombre que propuso desocupar el agua del mar con un balde. Aunque no se ven muchos perros callejeros en Pekín porque las autoridades los recogen de inmediato y los sacrifican –y sí, hay también un mercado negro de carne–, el abandono es muy frecuente.

                                                                                                                              Yo no quería un perro. Exigen demasiada atención, es difícil entrenarlos para que no meen y caguen dentro de casa, hacen mucho ruido; en fin, es como traer un inquilino borracho. Además este venía de la calle, con costumbres a las que tendríamos que habituarnos.

                                                                                                                              Acepté, por un lado, porque la idea era tenerlo tan sólo unas semanas. Lo cuidaríamos mientras la organización de rescate encontraba un dueño permanente que lo adoptara. Y, por otro, porque la firmeza en la voz y la mirada de Dana cuando dijo que quería traerlo a casa resultaron imposibles de contradecir.

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              Fue una pesadilla. El perro no dejaba de ladrar, asustado por tanto movimiento de un lugar a otro, y traumatizado por lo que luego supimos fue una ceguera ocasionada por un golpe que nadie nunca trató –probablemente causa del abuso de antiguos dueños o de desconocidos en la calle luego de su abandono–. Durante las siguientes semanas, con frecuencia hacía sus necesidades en el apartamento; cuando queríamos estar en pareja el perro se ponía a ladrar, y si lo dejábamos fuera de la habitación rasguñaba la puerta.

                                                                                                                              Yo lo aguantaba porque nuestro acuerdo era que el perro no se quedaría. Mientras tanto le pusimos Bocelli, por la ceguera y los ladridos.

                                                                                                                              Luego interrumpí unos meses mi trabajo para escribir una novela, y estuve día y noche con Bocelli. Ya casi no ladraba. Habían pasado tres años desde su rescate y se le notaba bastante más la edad. Rondaba los 12 años, según la veterinaria.

                                                                                                                              Él tenía su gracia. Era un cocker spaniel y parecía un muppet. Tenía unas rutinas muy claras, que dependían del lugar del apartamento donde pudiera echarse a dormir bajo el sol. A pesar de la ceguera lograba encontrarme en la habitación donde estuviera escribiendo. Cuando cocinaba carne o pollo no se emocionaba, pero cuando cortaba algún vegetal o fruta llegaba a la cocina atraído por el olor. Su comida favorita era el pepino. 

                                                                                                                              Durante aquel tiempo me habitué a su compañía y por supuesto que le cogí cariño, pero no puedo decir que realmente lo apreciara.

                                                                                                                              ¿Para qué contar esta historia? ¿Es una de las prototípicas parábolas sentimentales de transformación interior, en que un gigante egoísta se convierte en un gigante generoso –aunque en mi caso no sería tanto un gigante como un enano–?

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              Algo así. La lección que me dio Bocelli tuvo que ver con la fragilidad. El egoísmo es un demonio insidioso, que nos ciega ante ella. Nos lleva a andar confiados sobre un planeta de pisos firmes e inmutables, exigiendo de los demás, drenándoles, sin cuidar de la fragilidad de las emociones ajenas, la fragilidad del equilibrio ambiental, la fragilidad de la vida. A menudo olvidamos que todo acorde tiende al silencio, y por eso la conservación es un acto tan esencial como la creación.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              No era fácil darse cuenta de que Bocelli era frágil porque sorteaba su ceguera con una destreza extraordinaria; además sobrevivió a la calle, a un tumor que debimos extraerle y a un viaje intercontinental con dos vuelos de 10 horas.

                                                                                                                              Mi relación con él siempre fue un tanto dramática, pero sobre todo hacia el final. Cuando volvimos a Bogotá, en octubre, alquilamos un apartamento en un segundo piso, y un día olvidé poner la necesaria reja de seguridad. Bajé a la cocina a servirme una sopa y a los pocos segundos Bocelli rodó por las escaleras. Habría podido morir o al menos hacerse mucho daño. Nadie se explica cómo no tuvo ni un rasguño.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Ese fue el punto de quiebre. Durante los siguientes tres meses estuve encima de él con la ansiedad de un padre sobreprotector. Hacía consciencia de eso que mencioné: su fragilidad. La fragilidad de toda vida y toda relación. Toda certeza.

                                                                                                                              Cuidaba de su vejez. Reconocía y agradecía su forma tan propia de dar cariño: una ternura sutil, añejada por el sufrimiento. Noté por eso que una noche cualquiera se estaba tropezando solito. Una de las patas traseras no le estaba respondiendo bien. Amaneció con un derrame cerebral y a los cuatro días, el 31 de diciembre, tuvimos que dormirlo.

                                                                                                                              No quise dejar pasar más tiempo sin hacerle este humilde homenaje.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Twitter: @santiagovillach

                                                                                                                              Esta es una historia personal. Lo rescatamos el 14 de febrero de 2015, en una veterinaria adusta y oscura, de jaulas oxidadas y paredes percudidas, a un kilómetro de la autopista que conduce hacia el aeropuerto nororiental de Pekín: en un barrio donde las aceras se camuflan bajo el polvo y la tierra que suelta el invierno seco, de casi 10 grados bajo cero. El perro que apretaba la nariz contra los barrotes era ciego, y si nadie venía a recogerlo al día siguiente lo echarían de nuevo a la calle.

                                                                                                                              En realidad la idea no fue mía. Mi pareja, Dana, lo vio en una fotografía que compartió en Facebook un grupo de rescate de animales dirigido por un americano. Su labor me recordaba a esa leyenda oriental del hombre que propuso desocupar el agua del mar con un balde. Aunque no se ven muchos perros callejeros en Pekín porque las autoridades los recogen de inmediato y los sacrifican –y sí, hay también un mercado negro de carne–, el abandono es muy frecuente.

                                                                                                                              Yo no quería un perro. Exigen demasiada atención, es difícil entrenarlos para que no meen y caguen dentro de casa, hacen mucho ruido; en fin, es como traer un inquilino borracho. Además este venía de la calle, con costumbres a las que tendríamos que habituarnos.

                                                                                                                              Acepté, por un lado, porque la idea era tenerlo tan sólo unas semanas. Lo cuidaríamos mientras la organización de rescate encontraba un dueño permanente que lo adoptara. Y, por otro, porque la firmeza en la voz y la mirada de Dana cuando dijo que quería traerlo a casa resultaron imposibles de contradecir.

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              Fue una pesadilla. El perro no dejaba de ladrar, asustado por tanto movimiento de un lugar a otro, y traumatizado por lo que luego supimos fue una ceguera ocasionada por un golpe que nadie nunca trató –probablemente causa del abuso de antiguos dueños o de desconocidos en la calle luego de su abandono–. Durante las siguientes semanas, con frecuencia hacía sus necesidades en el apartamento; cuando queríamos estar en pareja el perro se ponía a ladrar, y si lo dejábamos fuera de la habitación rasguñaba la puerta.

                                                                                                                              Yo lo aguantaba porque nuestro acuerdo era que el perro no se quedaría. Mientras tanto le pusimos Bocelli, por la ceguera y los ladridos.

                                                                                                                              Luego interrumpí unos meses mi trabajo para escribir una novela, y estuve día y noche con Bocelli. Ya casi no ladraba. Habían pasado tres años desde su rescate y se le notaba bastante más la edad. Rondaba los 12 años, según la veterinaria.

                                                                                                                              Él tenía su gracia. Era un cocker spaniel y parecía un muppet. Tenía unas rutinas muy claras, que dependían del lugar del apartamento donde pudiera echarse a dormir bajo el sol. A pesar de la ceguera lograba encontrarme en la habitación donde estuviera escribiendo. Cuando cocinaba carne o pollo no se emocionaba, pero cuando cortaba algún vegetal o fruta llegaba a la cocina atraído por el olor. Su comida favorita era el pepino. 

                                                                                                                              Durante aquel tiempo me habitué a su compañía y por supuesto que le cogí cariño, pero no puedo decir que realmente lo apreciara.

                                                                                                                              ¿Para qué contar esta historia? ¿Es una de las prototípicas parábolas sentimentales de transformación interior, en que un gigante egoísta se convierte en un gigante generoso –aunque en mi caso no sería tanto un gigante como un enano–?

                                                                                                                              Read more!

                                                                                                                              Algo así. La lección que me dio Bocelli tuvo que ver con la fragilidad. El egoísmo es un demonio insidioso, que nos ciega ante ella. Nos lleva a andar confiados sobre un planeta de pisos firmes e inmutables, exigiendo de los demás, drenándoles, sin cuidar de la fragilidad de las emociones ajenas, la fragilidad del equilibrio ambiental, la fragilidad de la vida. A menudo olvidamos que todo acorde tiende al silencio, y por eso la conservación es un acto tan esencial como la creación.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              No era fácil darse cuenta de que Bocelli era frágil porque sorteaba su ceguera con una destreza extraordinaria; además sobrevivió a la calle, a un tumor que debimos extraerle y a un viaje intercontinental con dos vuelos de 10 horas.

                                                                                                                              Mi relación con él siempre fue un tanto dramática, pero sobre todo hacia el final. Cuando volvimos a Bogotá, en octubre, alquilamos un apartamento en un segundo piso, y un día olvidé poner la necesaria reja de seguridad. Bajé a la cocina a servirme una sopa y a los pocos segundos Bocelli rodó por las escaleras. Habría podido morir o al menos hacerse mucho daño. Nadie se explica cómo no tuvo ni un rasguño.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Ese fue el punto de quiebre. Durante los siguientes tres meses estuve encima de él con la ansiedad de un padre sobreprotector. Hacía consciencia de eso que mencioné: su fragilidad. La fragilidad de toda vida y toda relación. Toda certeza.

                                                                                                                              Cuidaba de su vejez. Reconocía y agradecía su forma tan propia de dar cariño: una ternura sutil, añejada por el sufrimiento. Noté por eso que una noche cualquiera se estaba tropezando solito. Una de las patas traseras no le estaba respondiendo bien. Amaneció con un derrame cerebral y a los cuatro días, el 31 de diciembre, tuvimos que dormirlo.

                                                                                                                              No quise dejar pasar más tiempo sin hacerle este humilde homenaje.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Twitter: @santiagovillach

                                                                                                                              Ver todas las noticias
                                                                                                                              Read more!
                                                                                                                              Read more!
                                                                                                                              Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
                                                                                                                              Aceptar