¿Hasta cuándo va a durar la cacería de brujas contra el expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez?
Pareciera que quienes impulsan todos estos andamiajes electorales y jurídicos no pasan de ser simples detractores a sueldo, pues todas las investigaciones que promueven terminan en simples conjeturas o presuntas sospechas electorales que se caen por sí solas, pero que desafortunadamente tienen eco en algunos estrados judiciales.
Cuando un liderazgo se gana con tesón y arduo trabajo, como en el caso del expresidente Uribe, es muy difícil que los intrusos, contendores y traidores logren su objetivo para relegarlo del mando.
En toda organización desde que nace, entre quienes son llamados por su líder a formar los cuadros directivos, ocurre como en el caso del cenáculo: empieza a perfilarse el judas, que finalmente traiciona pues en los inicios de la misma bebió la pócima de la traición, cuando el gallo le cantó por tercera vez, y el san pedro, personaje de absoluta confianza que maneja las llaves del templo de la organización, que siempre será fiel.
Los colombianos vimos cómo empezó a construirse el partido Centro Democrático: se trazaron los postulados con verdadero sentido de responsabilidad política y, lo más importante, dentro de un esquema de principios y valores, pilares fundamentales sobre los cuales debe descansar toda organización social, económica, política o religiosa.
Todos los demás directivos de una organización, como en el cenáculo, tienen un papel protagónico: unos ponen en duda la honestidad y liderazgo de su líder, y siempre están al acecho de sacar el mejor provecho en beneficio propio, Este tipo de personajes empiezan a conocerse a medida que avanza la organización y muestra buenos frutos y resultados.
Por eso es válida la reflexión en estos momentos en que el país entra en un nuevo desgaste con señalamientos por compra de votos contra un oscuro personaje, conocido como el Ñeñe Hernández. Quienes son los protagonistas de todo este embrollo ni ellos mismos saben de qué están hablando. Todo es presunción, desde donde se extiende una cortina de humo para ocultar la verdadera realidad de los hechos.
¿Cuándo será que nuestro país podrá darse el lujo de respirar tranquilo, con una reforma política que brinde plenas garantías a sus electores y, por ende, a quienes han logrado conquistar el favor popular en las urnas?
Es claro que por el despelote que se presenta en las contiendas electorales, así los organismos que las promueven lo hagan de buena fe, no falta la mano negra de los delincuentes de cuello blanco, que muchas veces desde eligen en cuestión de horas al mejor postor para sus conveniencias políticas, burocráticas y económicas.
Como consecuencia de la falta de una reforma política seria y estructural es que se presentan los graves abusos de poder, orquestados muchas veces por quienes no obstante haber invertido grandes sumas de dinero no lograron el favor popular y democrático en las urnas.
Otra vez más el fantasma de la corrupción electoral quiere ensañarse con el expresidente y senador Uribe y el presidente Duque, con argumentos baladíes de personajes nada claros, pero que sus malas intenciones, a lo mejor a altos costos, se esconden en los recovecos de la justicia, con el único pretexto de crearles mala imagen.
Estos falsos dirigentes viven con el ego encendido, se creen intocables, tejiendo fraudes electorales y compra de votos donde no los hay, para poner en desprestigio a los gobernantes de turno, que se encuentran cumpliendo fielmente con sus deberes en los diferentes cargos que ocupan por elección popular.
Todas estas conjeturas van tomando fuerza, pues la organización electoral en nuestro país es incapaz, mientras los corruptos disponen de todos los medios necesarios para hacer daño con sus argucias y artimañas a las instituciones sociales, económicas y políticas de nuestro Estado de derecho.
¿Hasta cuándo va a durar la cacería de brujas contra el expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez?
Pareciera que quienes impulsan todos estos andamiajes electorales y jurídicos no pasan de ser simples detractores a sueldo, pues todas las investigaciones que promueven terminan en simples conjeturas o presuntas sospechas electorales que se caen por sí solas, pero que desafortunadamente tienen eco en algunos estrados judiciales.
Cuando un liderazgo se gana con tesón y arduo trabajo, como en el caso del expresidente Uribe, es muy difícil que los intrusos, contendores y traidores logren su objetivo para relegarlo del mando.
En toda organización desde que nace, entre quienes son llamados por su líder a formar los cuadros directivos, ocurre como en el caso del cenáculo: empieza a perfilarse el judas, que finalmente traiciona pues en los inicios de la misma bebió la pócima de la traición, cuando el gallo le cantó por tercera vez, y el san pedro, personaje de absoluta confianza que maneja las llaves del templo de la organización, que siempre será fiel.
Los colombianos vimos cómo empezó a construirse el partido Centro Democrático: se trazaron los postulados con verdadero sentido de responsabilidad política y, lo más importante, dentro de un esquema de principios y valores, pilares fundamentales sobre los cuales debe descansar toda organización social, económica, política o religiosa.
Todos los demás directivos de una organización, como en el cenáculo, tienen un papel protagónico: unos ponen en duda la honestidad y liderazgo de su líder, y siempre están al acecho de sacar el mejor provecho en beneficio propio, Este tipo de personajes empiezan a conocerse a medida que avanza la organización y muestra buenos frutos y resultados.
Por eso es válida la reflexión en estos momentos en que el país entra en un nuevo desgaste con señalamientos por compra de votos contra un oscuro personaje, conocido como el Ñeñe Hernández. Quienes son los protagonistas de todo este embrollo ni ellos mismos saben de qué están hablando. Todo es presunción, desde donde se extiende una cortina de humo para ocultar la verdadera realidad de los hechos.
¿Cuándo será que nuestro país podrá darse el lujo de respirar tranquilo, con una reforma política que brinde plenas garantías a sus electores y, por ende, a quienes han logrado conquistar el favor popular en las urnas?
Es claro que por el despelote que se presenta en las contiendas electorales, así los organismos que las promueven lo hagan de buena fe, no falta la mano negra de los delincuentes de cuello blanco, que muchas veces desde eligen en cuestión de horas al mejor postor para sus conveniencias políticas, burocráticas y económicas.
Como consecuencia de la falta de una reforma política seria y estructural es que se presentan los graves abusos de poder, orquestados muchas veces por quienes no obstante haber invertido grandes sumas de dinero no lograron el favor popular y democrático en las urnas.
Otra vez más el fantasma de la corrupción electoral quiere ensañarse con el expresidente y senador Uribe y el presidente Duque, con argumentos baladíes de personajes nada claros, pero que sus malas intenciones, a lo mejor a altos costos, se esconden en los recovecos de la justicia, con el único pretexto de crearles mala imagen.
Estos falsos dirigentes viven con el ego encendido, se creen intocables, tejiendo fraudes electorales y compra de votos donde no los hay, para poner en desprestigio a los gobernantes de turno, que se encuentran cumpliendo fielmente con sus deberes en los diferentes cargos que ocupan por elección popular.
Todas estas conjeturas van tomando fuerza, pues la organización electoral en nuestro país es incapaz, mientras los corruptos disponen de todos los medios necesarios para hacer daño con sus argucias y artimañas a las instituciones sociales, económicas y políticas de nuestro Estado de derecho.