Como el cangrejo

Pablo Felipe Robledo
04 de marzo de 2020 - 05:00 a. m.

La encuesta Gallup muestra una terrible desaprobación del 71% sobre la forma en que Duque se viene desempeñando como presidente, lo cual es reflejo de una tendencia iniciada hace más de un año cuando ya registraba un angustioso 60%. Salvo el caso de Andrés Pastrana, no conoce la historia de Colombia un rechazo tan contundente hacia un presidente en sus primeros meses de luna de miel con el poder. Podría decirse que, salvo Pastrana y Duque, todos han gobernado al inicio de sus mandatos con una aceptable aprobación.

La desaprobación ciudadana se refleja en lo que los empresarios perciben. En la encuesta empresarial de La República, no solo Duque sino también su vicepresidenta y todos sus ministros —salvo Salud y Comercio— terminaron rajados. Duque, por inexperto, no sabe que los empresarios son implacables calificando a los funcionarios, y que ello no depende de que los “consientan”, saluden efusivamente o sean amables con ellos. Depende de si se hace la tarea o no. Lo digo por experiencia.

Pero la encuesta Gallup va más allá. Identifica la corrupción como una de las grandes preocupaciones de la gente, al tiempo que el 84% de los encuestados desaprueban la “gestión” de Duque para combatirla. Nueve de cada diez colombianos creen que la lucha contra la corrupción no va por buen camino, salvo en lo que de cohonestarla se trata. Da risa que la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, bastante deslegitimada en la materia, sea quien en este Gobierno enarbole las banderas anticorrupción.

La encuesta muestra, además, una desaprobación del 82% en el manejo de la política de generación de empleo, o más bien de desempleo. Ese descontento es fiel reflejo de lo que indican los datos oficiales, en los que el desempleo promedio nacional ya supera el 13%, una cifra que no veíamos desde hace una década, pero que al presidente Duque le pareció una maravilla al decir, sin ni siquiera sonrojarse, que “se está recuperando el mercado laboral”. A esto se le suma que el 73% de los colombianos desaprueban el manejo económico y las políticas para contrarrestar la pobreza, aunado al hecho de que hoy tenemos una depreciación histórica de nuestra moneda ($3.539 por dólar), equivalente a un 15% más que hace tan solo un año.

Podríamos quedarnos dando cifras, pero, al final, lo que es incontrovertible es que Duque ha sido un mal presidente y que la gente lo desaprueba (ocho de cada diez colombianos). En el mejor de los escenarios, es claro que, con el aprendiz e inexperto mandatario, este país está perdiendo cuatro años de posibilidades de crecer y progresar a buen ritmo. En materia de desarrollo estamos perdiendo algo más preciado que el oro, el tiempo.

“El que dijo Uribe” le apostó a quedarse mirando por el retrovisor, a gobernar desconectado de las necesidades de la gente y a demostrar su propensión sistemática a no comportarse como estadista, lo cual pagará a un altísimo costo: ser recordado, junto a su aliado Pastrana, como uno de los peores presidentes, lo cual sí que le debería preocupar a él, pero sobre todo a nosotros pues vamos caminando, pero como el cangrejo.

 

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