Cómo generar empleo para Buenaventura

Como en el caso de la crisis de Buenaventura no se trata solo de criticar y darse golpes de pecho por lo que pudo ser o hacerse y no fue y no se hizo, la idea de la creación de una ley especial que exonere de impuestos a aquellas empresas que monten sus factorías en este lugar podría generar miles empleos y de paso disminuir los costos de exportación, al economizarse los onerosos costos de fletes y transportes, que representan un alto porcentaje en el valor de las mercancías.

Se trata de algo similar a lo que se dio en el norte del Cauca cuando la tragedia del río Páez. El por entonces senador Aurelio Iragorri Hormaza —padre del mal llamado por la perversidad payanesa Minchirrinchi— sacó adelante esta iniciativa en el Congreso de la República, la cual fue socializada con gran éxito por el caucano-valluno Manuel Mosquera Castro.

Se asentaron en ese lugar cerca de 500 empresas que le dan trabajo digno a más de 10.000 compatriotas y cuya presencia ha elevado la calidad de vida de los habitantes de los municipios y pueblos vecinos, convirtiendo esa región en el principal polo de desarrollo del departamento del Cauca.

¿Por qué no tomar entonces este ejemplo, con resultados garantizados, para atraer la inversión nacional e internacional y darle una solución, si no definitiva, al menos parcial al explosivo problema del desempleo que padece el puerto?

La exoneración de impuestos para las factorías que allí se asienten es un confite tentador que de paso les bajaría omnipotencia a los transportadores de carga que manipulan su monopolio aprovechándose del transporte unimodal —ya no hay tren, ¿cierto, doctor Andrade?, y la ampliación del aeropuerto es otro canto a la bandera— y permitirá darle un vuelco a la vocación porteña, al pasar de un simple puerto para exportar, importar y almacenar mercancía a un clúster de trascendencia continental.

De lo contrario y al no contar con iniciativas macro, seguiremos de paro en paro y cada vez serán mayores y peores los problemas, que, ya está demostrado, no se resuelven con promesas que no hay manera de cumplir.