El país de las maravillas

Como si fuera poco

Mario Morales
29 de abril de 2020 - 05:00 a. m.

Más que un acto de conciliación, la medida de dejar en manos de los mandatarios locales el protocolo de apertura de sectores económicos tiene los visos de una nueva lavada de manos del gobierno Duque.

Prefirieron correr con el costo de ser tachados, una vez más, de tomar medidas improvisadas, tardías, fragmentadas, inconsultas y hasta chambonas, antes que cargar con la responsabilidad exclusiva de un eventual incremento de contagios del COVID-19.

Incremento que llegará por el aumento de pruebas tomadas, la indisciplina ciudadana y la confusión que reina entre las voces e instancias decisoras en medio de las presiones multisectoriales e inescrupulosas, aupadas por intereses particulares.

Dejan la impresión de estar gobernando al día, sin proyectar escenarios para los plazos cumplidos, como lo demuestra el reiterado anuncio de que estaban trabajando con la idea de abrir sector por sector, para dejar, a última hora, contra la espada y la pared, a los gobiernos locales con la tarea de implementar los requisitos, generar la logística y además comunicarlo a la ciudadanía.

De carambola, depositan las molestias y señalamientos de trabajadores y empresarios en los alcaldes, como presuntas talanqueras para reactivar la economía.

Y como para que no queden dudas del enemigo que están construyendo, bien por celos, por cálculos políticos o para buscar chivos expiatorios en futuros juicios públicos, se activaron las bodegas furibistas que, con base en la desmesurada decisión de la Fiscalía, convirtieron en delito de lesa gobernabilidad la infracción de la pareja de la alcaldesa de Bogotá al aislamiento obligatorio, preventivo, (des)inteligente o como se les dé por llamarlo.

No es una falta menor, por supuesto, cuando el país reclama coherencia, buen ejemplo y solidaridad en el acatamiento de las normas, pero sobredimensionarla solo va en detrimento del imaginario de responsabilidad colectiva y compartida.

El mea culpa y la sanción correspondiente no serán suficientes. Hará falta pedagogía y cultura ciudadana para tratar de menguar los efectos de rebeldía o desobediencia social, en medio de la barahúnda que desató el Gobierno Nacional.

www.mariomorales.info y @marioemorales

 

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