Compás de espera

Salomón Kalmanovitz
30 de julio de 2018 - 07:45 a. m.

Las primeras acciones de la triunfalista bancada del Centro Democrático (CD) eran previsibles en su afán por destruir elementos fundamentales de los acuerdos de La Habana con las Farc. Así, la sed de venganza del furibismo atacó la Justicia Especial para la Paz para castigar al infinito a los que cumplieron y entregaron sus armas, a pesar de que muchos militares confían plenamente en ella y los cambios introducidos pueden perjudicarlos.

Me sorprendió el gabinete inicial nombrado por Duque, descartando alianzas con los partidos que lo apoyaron tardíamente, ni darles participación a los sectores recalcitrantes de su organización. Quedará por verse qué tipo de intercambio ofrece cuando requiera de los votos de esos partidos en el Congreso para aprobar sus iniciativas y qué sucede con la contratación del gasto público para reponer a sus financistas. No obstante, es preocupante la abundancia de representantes de gremios de la producción y del comercio en el gabinete, que tenderán a actuar a favor de sus intereses particulares y no del interés general. El recurso a técnicos sin reconocida asociación política, y a buenos ejecutores como el nuevo ministro de Salud, permite introducir un compás de espera a lo que será el nuevo gobierno. Si bien la tecnocracia es garantía de políticas responsables, no es necesariamente progresista.

El ministro Carrasquilla es conocido por políticas ortodoxas que aumentan la desigualdad: la reducción de la tributación empresarial y de los ricos, el aumento del IVA y la reducción del gasto social, aunque ahora no tiene margen para reducir aún más impuestos a las empresas. En una críptica columna en la revista Dinero, defendió la deliberación con argumentos y criticó el ataque personal que ha sido la marca de buena parte del CD, especialmente de su jefe mayor. Esperemos que Carrasquilla actúe distinto a como lo hizo durante los gobiernos de Uribe y que este presidente no torpedee sus iniciativas. Es muy favorable para Duque la situación de su presidente eterno con sus sempiternos líos judiciales, quien estará demasiado ocupado defendiéndose, aflojando sus riendas sobre el Poder Legislativo y sobre el presidente en ejercicio.

La reunión de Duque con la Academia Colombiana de Ciencias para discutir su política de ciencia y tecnología puede ser un punto de quiebre. Tiene que ver con su interés por la economía naranja (innovación, industrias del cine y TV, y economía digital), que requiere fortalecer Colciencias y pensar en un nuevo ministerio de ciencia. La vinculación de Israel en temas como el desarrollo tecnológico y el cuidado del agua puede ser pieza importante de un nuevo rumbo para el país. Habrá que ver.

Así las cosas, el gobierno de Duque no llegaría a ser un régimen fascista en el cual los gremios conforman la cámara del trabajo, junto con las organizaciones de jóvenes, mujeres y trabajadores fascistas que remplazan el Congreso elegido por voto universal y reprime violentamente a la oposición por medio de bandas armadas, aunque acá tenemos organizaciones criminales que asesinan impunemente a los activistas sociales. Tampoco sería este gobierno familia del falangismo español, donde la religión católica se hizo hegemónica; sí cuenta con el apoyo de grupos religiosos ultraconservadores y del catolicismo lefvreviano, que pueden imponer restricciones a las libertades civiles y de género. Por lo tanto, hay que mantenerse alertas.

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