Comunes

José Fernando Isaza
15 de junio de 2017 - 02:00 a. m.

Se conoce como “tragedia de los comunes” al efecto perverso que se produce cuando se usufructúa un bien común y cada uno de los participantes trata de maximizar su utilidad y reducir los costos para obtenerla. Al final, el beneficio total e individual es menor que el obtenido si se llega a un acuerdo para explotar el bien racionalmente. Por ejemplo, si varias industrias arrojan contaminantes a un río, las autoridades que sólo controlan la contaminación total pueden obligar a reducir la producción para no afectar la calidad del agua. Una industria puede optar por no hacer nada, actuar como “ventajosos” y obligar a las otras a reducir aún más su producción; éstas pueden reaccionar no disminuyendo la contaminación y al final la producción se reduce para todos en mayor medida.

El concepto “tragedia de los comunes” se origina en el Reino Unido. Los terratenientes permitían que en parte de sus tierras pastaran las ovejas de los habitantes “comunes” y estos llevaban cada vez más ovejas. El resultado: la producción de pasto se reducía y, por lo tanto, la lana y la carne. Era mayor el esfuerzo de llevar a pastar más ovejas que el beneficio adicional obtenido. Los lugareños acordaron reducir el número de ovejas y aun se aceptó pagarles a quienes no llevaran sus animales. El beneficio total aumentó.

Algo similar ocurre con el Acuerdo de París para reducir los costos del calentamiento global. Todos los países deben coincidir en la necesidad de reducir las emisiones de anhídrido carbónico; el daño no se limita a un solo país sino a la Tierra en su totalidad. La decisión de un país afecta a todos y puede beneficiarse a corto plazo en una reducción de costos de producción.

Estados Unidos, al retirarse del Acuerdo de París, afecta a toda la comunidad internacional. Lo paradójico es que las grandes empresas energéticas no apoyan la decisión de Trump, pues tarde o temprano el mundo debe optar por usar menos combustibles fósiles. Trump también perjudica a su nación: el aumento del nivel del mar tiene consecuencias, inicialmente en Florida y luego en los otros estados costeros que generan la mayor parte de la producción. Los estados costeros son de mayoría demócrata y en los interiores están los electores de Trump, que se afectan menos con el aumento del nivel del mar. Debe recordarse que EE. UU. es el segundo emisor de anhídrido carbónico; China es el primero. Por habitante, EE. UU. emite 16,2 toneladas anuales de anhídrido carbónico, casi cuatro veces más que el promedio mundial.

La mayoría de los países han actuado con criterio de “hagamos el mundo grande de nuevo” y han anunciado el respaldo a las acciones para limitar el calentamiento global. El gobierno de Colombia está acelerando la aprobación para que el Acuerdo de París tenga fuerza legal.

En una reciente edición, The Economist muestra los riesgos y efectos del aumento del nivel del mar en Florida. Para el 2030 será de 25 cm por encima del nivel observado en 1992. Para el 2100 el Atlántico podrá devastar buena parte del estado debido a la composición del suelo y al bajo nivel freático. Hoy se exige que las propiedades de más de US$250.000 tengan un seguro contra inundaciones. En algunas áreas se está optando por construir diques de baja altura con un costo de US$5.000 por metro. Se estima que para el año 2050 el aumento del nivel del mar afectará propiedades en la costa de Florida por un valor de US$36.000 millones.

 

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