La semana pasada el presidente de la ANDI, Bruce Mac Master, publicó el siguiente tuit: “Hay personas que siempre han vivido de ser funcionarios públicos, burócratas internacionales, y académicos que no se han dado cuenta todavía que sus sueldos siempre los pagaron los recursos que generan los colombianos productivos, y las empresas que crearon las oportunidades”. El tuit causó indignación por injusto e insensible. A mí, además, me generó indignación su negligencia. No hay excusa para una comunicación tan defectuosa.
Primero, quien sea el presidente de la ANDI habla siempre desde la oficina que ocupa. Todo lo que diga se identifica con quienes representa. Si habla el presidente, hablan los industriales. O mejor, habla la persona agregada que es la ANDI. Esa persona vivirá mientras exista la asociación, así nazcan o mueran industriales, así entre o salga otro presidente. Su temporalidad no es la de una persona natural. Si el presidente ofende, ofende la ANDI. Se va el presidente, pero la ofensa sigue en cabeza de la ANDI.
Segundo, en este país de abogados se ha creído erróneamente que lo único para tener en cuenta es evitar el cargo legal de injuria y calumnia. De ahí que muchos crean que mientras hablen en términos generales están comunicando de maravilla. Pero evitar señalar a particulares, si bien salva del tribunal de la ley, no lo hace del tribunal de la opinión pública. Es más, en cierto sentido agranda el meollo. Porque si se ofende a tal o cual funcionario, el ataque es duro pero discriminado. Lo que hizo el presidente de la ANDI es el equivalente en términos de comunicación a tirar un tarro de pintura contra el viento. El dicho popular: “cáigale a quien le caiga” no es ni sabio ni franco.
Tercero, para darle a la audiencia la importancia que tiene dentro de la comunicación pública, hay que al menos hacerse las siguientes preguntas: ¿a quién le quiere llegar cuando habla? ¿qué busca con lo que dice? Y, la más importante, ¿cuáles son las consecuencias de lo que dice? Así, si el objetivo del presidente de la ANDI era defender a los empresarios—o ganar puntos ente los empresarios—no era sensato atacar a los académicos y servidores públicos (domésticos e internacionales, además, por separado). Las ofensas son un asunto serio; por regla general, las personas agradecen poco lo que se les da y resienten mucho lo que se les quita. En un solo mensaje, el presidente de la ANDI llamó a tres sectores enteros a “recordar” quién “les paga su salario”. ¿Es proporcional y justificado el daño?
No sé por qué Mac Master dijo lo que dijo. Sólo sé que, como presidente de la ANDI, tiene la responsabilidad de hacer que el mensaje de la corporación que representa llegue. ¿Eso qué quiere decir? Que movilice o tranquilice según lo que se necesite, que se entienda si eso es lo que se quiere, que puye si es lo que se pretende, pero lo que sea que se diga tiene que quedar tan bien puesto, que dependa de uno, y no de la suerte, cómo y a dónde llegue. La intención de Mac Master importa tan poco como la intención del ingeniero al que se le cae el puente. En un solo mensaje, le sugirió al país que los empresarios creen que el único trabajo productivo es el suyo, y que todos los demás, cual sociedad feudal, deben estar agradecidos de quienes los apadrinan.