Con el pecado y sin el género

Francisco Gutiérrez Sanín
14 de diciembre de 2018 - 05:00 a. m.

Se afirma que el centro político está en crisis en todo el mundo. Algunos comentaristas han atribuido a ese fenómeno global los pésimos registros del presidente Duque en la opinión, una tendencia decreciente que se ha seguido profundizando en las últimas encuestas que conozco. Y me da la impresión de que ese rechazo contiene dosis de rabia cada vez mayores.

¿Víctima entonces de su centrismo? En realidad, el fenómeno es un poco distinto. Sorprendentemente, cuando Duque llegó al poder tenía la posibilidad de apelar a todos los lugares del espectro político: a la extrema derecha que fue el núcleo duro de la coalición que lo eligió, al centro que lo acompañó en la segunda vuelta y que fue indispensable para su victoria, al centro que se abstuvo, pero también a la izquierda. No se ría el lector: es verdad. Con sólo ajustar algunos de los aspectos básicos de ese mustio despelote en que se ha transformado una parte significativa de la implementación de los acuerdos de paz, hubiera podido generar muchas simpatías desde allí.

Pero ha desperdiciado todas las que se le han presentado. Es que la característica básica de su gobierno es la declaración verbal de centrismo, combinada con la incapacidad de producir siquiera un acto de pluralismo genuino. El nombramiento del nuevo director del Centro Nacional de Memoria Histórica es un buen ejemplo de ello. Bastaba con escoger el nombre de un académico prominente, que supiera algo del tema, que fuera aceptable para las miles de víctimas que han depositado en el Centro su confianza, que pudiera ofrecer garantías de integridad básica. Pues Duque fue incapaz de hacerlo. O piénsese en la reforma tributaria: el presidente le dejó las manos libres a la lumbrera Carrasquilla para montar su “Sisbén para los ricos”, de suerte que el resto de los colombianos lo subsidiáramos. Solamente ante la indignación de la opinión el Gobierno abrió la puerta a toda una serie de cambios y ajustes, que lentamente van convirtiendo a ese proyecto en un Frankenstein que, de paso, parecería adquirir claras características anticrecimiento y antidesarrollo (como castigar el ahorro). Algo similar sucede con la agenda anticorrupción, cuyos proyectos básicos se hundieron en el Congreso. Pero no sólo se trata de trámites legislativos, sino de eventos cruciales en los que está en juego la credibilidad de las instituciones y que capturan la atención de buena parte de la opinión. La bancada uribista acompañó al fiscal en su defensa, y el Gobierno se ha aliado de facto con él en su hostigamiento y ataque a la prensa crítica. La terna que mandó el Gobierno a la Corte Suprema de Justicia para nombrar fiscal ad hoc —una figura que constituye un remedo de solución a los brutales conflictos de intereses de Martínez— tuvo que ser devuelta. Allí sólo cupieron personas provenientes del sector más de confianza, del bolsillo, del presidente. El país contempla estupefacto cómo el exdirector de la Agencia Nacional de Infraestructura salvó el pellejo y se quitó de encima la casa por cárcel gracias a la protección de la que goza por ser ciudadano estadounidense. Pero los millones que no tienen doble nacionalidad se preguntan por qué es tan peligroso informar sobre los enredos de Martínez y del Grupo Aval, o siquiera sugerir acciones ciudadanas contras ellos. No hablemos ya del bombardeo constante para hacer trizas lo que queda de la paz…

Es decir, con su falso centrismo Duque se está quedando con el pecado y sin el género. Y sin mucho margen de maniobra. Uribe (rondando por el 35 % de aceptación) ya no es el superelector de antaño, la viabilidad del Gobierno depende de mantener cerca a partidos más centristas (que no aprobarán automáticamente lo que diga un Gobierno errático y tempranamente desprestigiado) y el Gobierno sigue mostrándole a la gente que está dispuesto a llegar hasta donde la presión lo deje.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar