Con miedo, sin miedo

Antonio Casale
24 de septiembre de 2018 - 11:00 a. m.

El miedo es una cosa difícil de manejar cuando se convierte en pánico. A todos nos ha pasado alguna vez que nos paralizamos del susto. En ese escenario nada funciona. A todos nos pasó durante algún examen en la universidad. Sabiendo que sabíamos la respuesta correcta, escogimos la incorrecta, víctimas del miedo a fallar. Pero el miedo bien gestionado ayuda a estar más atento, disminuye el margen de error y hace que el estado de concentración máxima se dé naturalmente. Millonarios y Santa Fe demostraron lo terrorífico que puede ser lo primero en su clásico de mitad de semana por Copa Sudamericana, pero también, por largos momentos, se dejaron ver sueltos, amigos de la pelota y con un semblante distinto en sus respectivos juegos del sábado.

Lo del clásico del miércoles fue fácilmente el peor clásico de la historia reciente. El miedo a perder fue más grande que el deseo de ganar. El temor a equivocarse nubló cualquier posibilidad de acertar. Y no es para menos: en Colombia, como siempre, copiamos lo peor del fútbol argentino, y eso incluye el dramatismo que se le imprime al hecho de perder un clásico. Lo convertimos en vida o muerte, como se pudo ver en las redes, en las calles y en el estadio. En ese escenario hostil los jugadores, de manera inconsciente, muerden el anzuelo y salen a no perder en vez de a ganar. Renunciaron al gol, la pelota fue enemiga de los pies de todos los que estaban en la cancha.

En cambio el sábado, mucho más sueltos, el semblante fue mejor. En el caso de Santa Fe, supo salir dos veces de un marcador adverso para traerse un empate de Medellín. Más allá de que el de la necesidad era el DIM y en este caso el miedoso fuera el local, los rojos mostraron otra cara, nunca renunciaron a atacar, el balón corrió por el piso y pasaba fluidamente entre compañeros. No se explica uno cómo Guichón no es titular siempre. Él es de esos jugadores que representan un estado de ánimo que minimiza el susto colectivo.

Por su parte, Millonarios supo salir de un 2-0 en contra, marcador que en su momento era muy largo por lo que se veía en la cancha. El primer tiempo de los azules fue correspondiente con su historia de equipo grande, que sale a hacerles daño a sus rivales, Marrugo tomaba la pelota y sus compañeros le ayudaban. En materia ofensiva fue tal vez la mejor expresión azul en lo que va corrido del campeonato. Pero en el segundo tiempo, después del empate, todo volvió a la normalidad. Más allá del buen juego de Once Caldas, que es un equipo que propone, crea y no tiene nada que perder, lo que los lleva a jugar sin miedo, los de Russo mataron al tigre y se asustaron con el cuero. De todos modos, Millonarios y Santa Fe demostraron el sábado que son más que lo que vimos en el clásico de ida de la Sudamericana. Ojalá para el de vuelta se suelten y muestren un poco más. Que el drama se lo dejen a la afición, que también tendrá que aprender a desdramatizar el resultado.

 

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