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Conceptualizaciones sociopolíticas vi

Hernando Roa Suárez
23 de abril de 2008 - 08:54 p. m.

¿Podremos confirmar que es mediante la concreción de postulados postkeynesianos y socialdemócratas, aplicados con flexibilidad según las condiciones colombianas, que se deben trazar las orientaciones macroeconómicas?

Ampliemos las conceptualizaciones, revisando la de la social democracia. Ello puede ser especialmente útil cuando urge redimensionar las orientaciones político – económicas de nuestro Estado.

Social democracia. Es una orientación política que históricamente desarrolla su labor fundada en los preceptos fundamentales de la democracia liberal, aceptando -dentro de ciertos límites- el papel del mercado y la propiedad privada de los medios de producción. En desarrollo de sus planes gubernamentales, espera poder satisfacer las necesidades básicas de la población sin tener que apelar al empleo de la violencia abierta.

Pensando en su origen, puede ubicarse en la Alemania de 1875, donde sus dirigentes esperaban alcanzar, con gran apoyo de las masas, la construcción de un nuevo tipo de sociedad que no se identificara con la perspectiva individualista ni con los postulados del colectivismo. Sabemos que la orientación socialdemócrata surge, como lo ha planteado Álvaro Echeverry “de sucesivas escisiones de los antiguos partidos marxistas que hacían parte de la internacional socialista, y que adjuraron de los métodos del recurso a la violencia política y a la insurrección armada, para la conquista del poder, pero mantuvieron su filiación con la obra teórica de Marx a la cual sólo renuncian en época cercana (la social democracia alemana en 1977, lo mismo que el PSOE en los mismos años)”. La socialdemocracia se presenta entonces como una opción reformista, que proyecta alcanzar el poder por las vías democráticas y -desde allí- adelantar las reformas sociales (1).

Después de un centenario de existencia, la Internacional Socialista ha estado vinculada, especialmente, a los procesos de los partidos y movimientos sociales y obreros europeos. Puede afirmarse que, como movimiento internacional, allá surgieron los partidos políticos socialdemócratas. Con precisión ha sostenido Jürgen Habermas: “después de la Segunda Guerra Mundial, los partidos reformistas, habiéndose desvinculado de las preocupaciones teóricas y tornado pragmáticos, alcanzaron lo que fue sin duda su mayor éxito: el establecimiento de un compromiso con la sociedad y el estado (el compromiso del Estado del bienestar) que tuvo efectos profundos en todas las estructuras sociales” (2).

En América Latina, el pensamiento socialdemócrata ha tenido representantes que, sin estar vinculados institucionalmente a la internacional socialista, sus postulados sí encarnan la perspectiva socialdemócrata. Tal es el caso de Mariátegui en Perú y Uribe Uribe y Gaitán de diversa manera en Colombia. Teniendo en cuenta las experiencias vividas entre 1875 y el comienzo de la Primera Guerra Mundial, el período de entre guerras, la crisis económica del 29, la Segunda Guerra Mundial y sus impactos en la reorganización del poder mundial, la socialdemocracia replantea sus orientaciones internacionales hacia 1970. En efecto, los dirigentes más significativos de la I.S. europea dirigidos por Brant en Alemania, Palme en Suecia, Krísky en Austria, González en España, Soares en Portugal…, impulsan, en mayo de 1975, la Conferencia de Caracas de dirigentes políticos de Europa y América en pro de la solidaridad democrática internacional. Con esta conferencia se pretendió aunar esfuerzos para agrupar fuerzas partidistas progresistas (como Acción Democrática de Venezuela, el APRA peruano y el PRI mejicano…) afines con la I.S. Desarrollando los postulados acordados en Caracas, en 1977 en Montreal, se definió la creación de un Comité Latinoamericano de la I.S. y en octubre de 1978, en el XIV Congreso de Vancouver se eligieron a Michael Manley de Jamaica y Gonzalo Barrios de Venezuela, vicepresidentes de la Internacional. A los cinco miembros plenos, que ya pertenecían a la I.S. (el Partido Socialista Popular Argentino, el Partido Radical Chileno, el PLN costarricense, el PRD, dominicano y el PNP de Jamaica) se agregaron el BLP de Barbados y el MNR salvadoreño.

Asimismo, se designaron miembros consultivos al Movimiento Electoral del Pueblo y Acción Democrática de Venezuela y al Partido Revolucionario Febrerista de Paraguay.

Continuando la labor difusora de las ideas socialdemócratas, en marzo de 1980 se reunió en Santo Domingo la Primera Conferencia Regional para América Latina y el Caribe de la I.S., que contó con los máximos líderes de la socialdemocracia, 53 delegados de partidos miembros, y representantes de 58 organizaciones consultivas afines a la socialdemocracia. En esta reunión, se presentaron planteamientos que formularon alternativas democráticas frente a las tendencias neoliberales o de orientación castrista (3). Posteriormente y, gracias especialmente a la gestión de López Michelsen, el Partido Liberal Colombiano fue admitido.

La revisión de los procesos políticos latinoamericanos de los últimos 20 años, frente a la evolución de la socialdemocracia europea y la recomposición de la estructura del poder mundial, indican la conveniencia de fortalecer las relaciones entre la I.S. y los partidos y movimientos políticos y sociales, democráticos, progresistas empeñados en construir estructuras jurídico-políticas que permitan organizar la democracia participativa en nuestros países.

Referencias

1. Para conocer dimensiones importantes de la gestación del pensamiento socialdemócrata europeo, es necesario interpretar el aporte de los socialistas franceses Babeauf, Proudhon, Saint Simón y Fourier. Por su impacto ulterior, se me presenta conveniente estudiar la vida y obra de Jean Jaurès. Su influencia en el pensamiento de Rafael Uribe Uribe y posteriormente en el de Jorge Eliécer Gaitán y Luis Carlos Galán, fue notable.

2. “¿Qué significa el socialismo hoy?”, revista El Canelo, n° 42, Santiago, 1993.

3. Para los efectos de los proyectos políticos socialdemócratas latinoamericanos, nótense las características especiales de cada país y obsérvense las condiciones históricas en que se vaya a actuar. Sería un error metodológico grave aplicar mecánicamente programas y alternativas que han sido válidas en contextos socio-históricos diferentes, como los europeos, por ejemplo. Para una ampliación de los puntos de vista aquí consignados, véanse: Waksman, Daniel, La social democracia y América Latina, El Caballito, México, 1979 y La internacional socialista en América Latina, El Día, México, 1980…

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