Publicidad

Condenados a la moto

Diego Laserna
18 de junio de 2013 - 11:00 p. m.

Hoy por hoy en Bogotá, es raro pasar un día sin ver un accidente que involucre una moto. No importa si uno va caminando, en carro o en bicicleta, si se descuida un segundo, la moto puede estar encima sin aviso. Y si se va manejando la moto, el riesgo es peor.

Desde el 2000, el número de motos registradas en Bogotá se multiplicó por 11 y, en el 2012, el número de muertos en accidentes que involucraron motocicletas alcanzó 219; la cifra más alta reportada por la Secretaría de Movilidad.

Algunos, como el exministro Gabriel Silva, sugieren que criticar a las motos es clasista y que en ellas “cabalga la esperanza de una Colombia más moderna y equitativa”. Pero, la realidad es que la falta de políticas de transporte serias ha obligado a miles de personas a usar un vehículo sumamente peligroso.

Manejar moto, independientemente de su contexto, supone un riesgo mucho más alto para su conductor que otros modos de transporte, ya que combina altas velocidades con la falta de protección física. Pero además, el contexto de nuestra ciudad aumenta exponencialmente los riesgos de andar en moto y de convivir con ellas.

En primer lugar, el Ministerio de Transporte no garantiza que las personas a las que se les da el pase para moto sepan manejar; de ahí que frecuentemente no sepan reaccionar en momentos críticos ni conozcan las mínimas reglas de convivencia en la vía. En segundo lugar, uno de los principales factores para comprar moto es meterse entre los carros y ahorrarse el trancón, lo cual multiplica los riesgos para todo el mundo. En tercer lugar, Bogotá está mal iluminada y llena de huecos, y caer en ellos puede costarle la vida a un motociclista.

Aunque las motos no se van a ir para ningún lado, Bogotá debe actuar de manera urgente, para que no aumenten más los accidentes y sean menos las problemáticas.

La prioridad es invertir mucho más en desarrollar un transporte público barato, rápido y de buena calidad que ofrezca una alternativa viable y segura a la moto. También, se debe garantizar que el precio de manejar moto en Bogotá refleje los costos que tiene para la ciudad. Se deben eliminar las exenciones al impuesto de rodamiento y exigir un SOAT específico, cuyo valor represente el riesgo que implican para los demás. Ante todo, se debe garantizar que quienes tengan el derecho a manejar moto sepan hacerlo.

Si dejamos que la moto se vuelva el principal medio de transporte en Bogotá —y para allá es que vamos—, dentro de 10 años estaremos llorando miles de muertos y viviendo en una ciudad donde caminar y respirar va a ser aún más difícil.

 

* Diego Laserna

 

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar