Condicional

Hernán Peláez Restrepo
03 de noviembre de 2019 - 03:00 a. m.

Mientras en la asamblea de la Dimayor hacen y deshacen fórmulas para conseguir mayores ingresos, no necesariamente más partidos, existen equipos que llegarán a 2020 con matrícula condicional. Me refiero en concreto a los dos clubes que ascenderán a la primera categoría.

Resulta simplista la respuesta de muchos sobre el caso: “Los equipos chicos o menores aceptaron las reglas de juego, desde un principio, y no hay lugar a pataleo”. La fórmula del promedio fue un invento nacido en el sur del continente, concretamente por los llamados equipos grandes en Argentina que quisieron curarse de espantos y creyeron que nunca descenderían. Pero no hubo tal. River Plate, San Lorenzo, por citar dos de los importantes, perdieron en los campos de juego y pagaron precio por ello. Por eso eliminaron el asunto y aplicaron la lógica: los dos últimos en puntaje se marcharían .

Pero en Colombia seguimos con ese embeleco, por lo más injusto. Cuando lleguen los reemplazantes de Unión Magdalena y Atlético Huila, a sus espaldas llevarán un morral, de por sí más que pesado, que ni siquiera es suyo, y tendrán más probabilidades de regresar a la B que lograr permanecer. En las famosas asambleas, aunque todos tienen voto, la afonía impera en muchas voces. Y siempre ignoran las ganas de equilibrar el campeonato.

Sumado a eso, el futuro resulta condicional para muchos equipos. Cuando un director técnico acepta el cargo lo hace pensando en la forma de calmar sus ansias y garantizar la alimentación familiar. Es lo que se conoce como “ técnicos de estómago”, aquellos que sin conocer a ciencia cierta los alcances de su plantel y sin claridad en los objetivos se “lanzan” a una aventura.

Un técnico serio, en lo primero que debe proceder es en hacer la evaluación de su grupo de jugadores y descubrir si con ellos puede hacer una campaña decorosa o alcanzar una meta. El caso más reciente es el de Millonarios, y no precisamente porque haya salido Jorge Luis Pinto, curtido en estos avatares y con preparación suficiente. Sin embargo, su plantel era discreto. En la defensa, a excepción de Wuílker Faríñez, no se consiguió nunca seguridad. En la zona de volantes tal vez Jhon Duque, a pesar de su apego a las tarjetas amarillas, dio la talla. Y en la delantera, Juan David Pérez y el tico José Guillermo Ortiz lograron sobresalir. Y pare de contar.

Hay equipos dedicados a promocionar y potenciar jugadores -caso Envigado- sin mayores exigencias, pero Millonarios está en otro terreno. Por eso antes de pensar en que Pinto se fue y otro vendrá, el equipo azul requiere jugadores hechos y derechos. Sin ellos es comenzar a construir otra ilusión y nada más.

 

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