Confabulación

Iván Mejía Álvarez
11 de marzo de 2018 - 02:20 a. m.

Hernán Peláez repetía siempre cuando se daban estas actuaciones como la del América ante Defensa y Justicia, que cuando tres o más jugadores se ponen en contra del técnico las cosas terminan en lo mismo: el técnico afuera, la institución arruinada y los jugadores revoltosos felices por cumplir su objetivo.

Está bien, Polilla dejó de ser el instrumento mágico que con su varita tocó el ego y el corazón de los jugadores y rescató al cuadro rojo de un nuevo descenso. Hoy es un Polilla absolutamente humano, equivocado en las alineaciones, con “matrimonios” con algunos jugadores a los que defiende a capa y espada pese a su paupérrimo rendimiento.

De ser un América defensivo y con pocas ideas ofensivas a ser un equipo sin gol y sin defensa sólo hay un mes y medio de diferencia. En el torneo de Fox el equipo rojo dejó una buena impresión porque presionaba, lucía metido en un plan táctico de jugar por las bandas y recuperar arriba. Pero el de hoy no quita en el medio, ni por dentro ni por fuera, no conduce y no lleva la pelota, no se ve ningún jugador capaz de administrar el balón. Algo ha cambiado, algo ha pasado.

Una vez más a Tulio Gómez, un hombre lleno de buena voluntad, pero todavía inexperto en el manejo de un equipo de fútbol, le han metido los dedos en la boca sus inmediatos colaboradores. Salieron ocho jugadores por malos en diciembre y llegaron ocho igualmente malos. No hay ninguna diferencia entre Loboa, Queso, Efraín Cortés y los Micolta, Yámilson, Dájome o Arboleda. Son clase baja, son paqueticos. Quién es el que le recomienda a Tulio ,cuál es el empresario “cometero” que lo llena de cañengos, dónde están los asesores para que el presidente pleno de voluntad, pero también de ignorancia, no se gaste la platica y la tire al tarro de la basura?

Más allá de Polilla y Tulio, esos futbolistas deben responderle a la afición por su ausencia de corazón, su falta de ganas, su actitud tibia, la carencia de amor propio. Si ellos se amangualaron para liquidar al técnico, que la gente sepa quiénes son los responsables de hacerle el cajón al entrenador y quiénes deben salir en julio.

Razón tiene Peláez, cuando tres jugadores se confabulan contra una institución terminan arruinando cualquier proyecto deportivo o administrativo.

 

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