#ConFajardoyDelaCalle

Andrés Hoyos
21 de marzo de 2018 - 08:00 a. m.

Este fin de semana con puente se dio un fenómeno sorprendente. Un grupo de WhatsApp iniciado por Héctor Riveros puso en discusión la necesidad potenciar la alternativa de centro, aparentemente borrada del mapa por la polarización de extremos que tuvo lugar el 11 de marzo. De entrada se consideró necesario escribir una carta dirigida a Sergio Fajardo y Humberto de la Calle, en ese desorden, precisando por qué es necesaria esa única alternativa de centro y recordándoles que cada uno por su cuenta no va para ninguna parte. A los dos días ya iban 2.000 firmas de gente prestante y no prestante de todos los rincones, clases sociales, géneros y ocupaciones del país. Son muchos, muchísimos, los que no se sienten representados por los extremos –Duque/Uribe y Petro–, solo que les faltan canales y un candidato único para expresarse. Hasta Eduardo Escobar, veterano poeta, estampó su firma, no sin antes hacer un comentario nadaísta sobre el tono de la carta.

Unos pocos miembros del chat quisieron impulsar la idea, nacida en la campaña de Petro, según la cual hay que hacer una alianza de tres, no de dos, sin pensar que ahí el obvio favorecido sería el hombre de la extrema izquierda. Por inmensa mayoría pronto convinimos en que la alianza de tres es una trampa, y que el riesgo institucional que Petro representa para el país lo hace de imposible consideración para una persona de centro.

Hay temas fundamentales sobre los cuales nos estamos poniendo de acuerdo, con tal cual matiz. El primero es defender las instituciones, en particular la Constitución del 91, de quienes quieren ponerlas en peligro. No estamos de acuerdo con la convocatoria de una Constituyente, sobre todo no antes de llegar a un amplio acuerdo sobre lo fundamental. De ningún modo puede un gobierno empezar por ahí y menos saltándose las reglas que la propia Constitución establece para convocar referendos. No estamos de acuerdo con revivir la reelección presidencial y sospechamos de cualquier proceso que pueda desembocar en ella. La persona elegida este año debe devolver el poder en 2022, la elegida en 2022 debe devolver el poder en 2026, y así.

A las extremas en Colombia, como en todas partes, les importa un comino la ley. Para ellos es lo que diga el caudillo, no la Constitución y las cortes. Putin, “reelegido” este fin de semana, sienta doctrina para los caudillos ambiciosos del mundo y confirma la advertencia de Karl Popper, según la cual la esencia de la democracia consiste en poder sacar a los malos gobiernos del poder. A los caudillos no hay que dejarlos llegar, y si llegan, es preciso sacarlos. Son el cáncer de la democracia. Cumplen un papel en últimas necesario, gobernar y poner orden, pero cobran por ello un precio descomunal: cargarse las instituciones.

La infortunada carátula de la última Semana, que borra los rostros del centro y resalta los extremos, muestra justamente el reto: volver a poner a los candidatos del centro en el centro de la política, donde tienen que estar si el país no quiere volverse un garito de pasiones y venganzas. En la actual encrucijada política colombiana estamos cayendo en manos de un par de jugadores empedernidos, dispuestos a seguir con su póker sangriento hasta el final. El premio mayor, no sobra recordarlo, somos los ciudadanos de a pie, nuestras vidas, nuestros bienes, nuestra tranquilidad. Cerremos ese peligroso garito.

P.S.: La carta se puede firmar aquí: http://bit.ly/2u3K7AV.

andreshoyos@elmalpensante.com, @andrewholes

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