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Conflicto o cooperación internacional

Rodolfo Arango
25 de febrero de 2010 - 12:00 a. m.

EL FUERTE ALTERCADO VERBAL PROtagonizado por Chávez y Uribe en Cancún no pasaría de ser un desencuentro más para incluir en el anecdotario de incidentes entre ambos presidentes si no fuera por las tendencias ideológicas y el nivel de formación política existentes en el norte del continente suramericano.

Lo que parece una folclórica escaramuza podría convertirse pronto en incendio que arrase la cooperación e integración económica de Venezuela y Colombia. Las condiciones políticas y culturales permiten augurar un sombrío panorama.

La revolución bolivariana de Chávez promete exportar el socialismo del siglo XXI allende las fronteras del hermano país. La presencia de asesores militares cubanos ha ido en aumento en los últimos meses, ocasionando incluso la renuncia de altos dignatarios en el pasado fieles a los designios del caudillo. El crecimiento de las milicias bolivarianas en la frontera no tiene visos de ser un fenómeno episódico sino una tendencia que promete dividir la población entre seguidores armados y opositores del régimen. No en vano se compara la decisión de armar al campesinado venezolano con la experiencia colombiana de las Convivir. Aunque con ideologías contrarias, las dos estrategias coinciden en sus métodos y en su rechazo al trámite y a la resolución democrática de las diferencias. Por su parte la ideología de derechas en Colombia ha venido para quedarse largos años. El pensamiento antisubversivo, de mano dura y reforzamiento de la autoridad, se ha instalado en los corazones y las mentes de la mayoría de los pobladores en el territorio nacional. El discurso defensor de patria, familia y propiedad, funcional a la privatización del Estado y a la liberalización de la economía, promete contener las ínfulas del pensamiento revolucionario de izquierda. La efectiva promesa de exterminar en cuatro años —que ya son ocho y puede que dieciséis— a la guerrilla, se reencauchará en una segunda generación uribista en promesa de exterminar a las milicias bolivarianas transnacionales. La hoguera contra las Farc podría fácilmente tornarse por los fuertes vientos ideológicos en incendio contrarrevolucionario regional.

Del bélico y pugnaz escenario habría un posible escape si las fuerzas democráticas de ambos países, con la ayuda de la diplomacia internacional, lograran movilizar a la población pacifista y promover la formación política de los pueblos hermanos en la democracia y la paz. Sobre estudiantes, activistas de Derechos Humanos, académicos, políticos de oposición, campesinos, sindicalistas y empresarios, radica la responsabilidad de construir redes de paz, hermandad y cooperación ajenas a discursos políticos trasnochados y actitudes destempladas de bravucones presidentes. Con independencia de las tendencias ideológicas con su natural inclinación hacia la derecha o la izquierda, el escenario político respetuoso de las libertades públicas y los derechos fundamentales debe reconstruirse por fuera de las estructuras del Estado. Los medios electrónicos son un aliado de las nuevas generaciones para salir del oscurantismo ideológico. La emancipación política debe pasar por la superación del caudillismo, del mesianismo y de la demagogia. Más democracia deliberativa y menos autoritarismo. Menos presencia extranjera cubana o gringa y más autoconciencia crítica y respetuosa de las diferencias es lo que necesitan los pobladores de ambos países.

 

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