Conocimiento: estrategia para la equidad

Dolly Montoya Castaño
14 de marzo de 2020 - 00:00 a. m.

La Organización de Naciones Unidas (ONU) ha recordado que la igualdad de género es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que los países miembros deben alcanzar antes del 2030. La ONU ha presentado cifras que evidencian la desigualdad, como que solo con involucrar efectivamente y con igualdad de condiciones a las mujeres en la economía, el PIB mundial crecería hasta un 26%, pero en el mundo actual una mujer recibe, en promedio, el 77% del salario que un hombre devenga por el mismo trabajo; que 750 millones de mujeres y niñas, hoy vivas, fueron obligadas a casarse antes de haber cumplido 18 años; que en los parlamentos nacionales la representación de las mujeres solo alcanza un promedio de 24%, y que al menos una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física y sexual.

En Colombia uno de los aspectos en los que podemos ver la desigualdad es, por ejemplo, el desempleo: mientras para la media de la población está en 13%, para las mujeres se encuentra en 16,9% y para las mujeres jóvenes puede llegar a significar hasta el 24%. Estas, entre muchas otras razones, evidencian las condiciones persistentes de desigualdad entre hombres y mujeres que han motivado la más reciente conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.

Derecho al voto, derecho al trabajo, a la administración de bienes y a la igualdad ante la ley fueron algunos de los justos reclamos que dieron origen, desde mediados del siglo XIX, a las luchas de las mujeres que conmemoramos. En aquella época, como ahora, los movimientos de mujeres por el sufragio o por la igualdad salarial no eran necesariamente los mismos y las formas de manifestarse y exigir sus derechos tampoco lo eran. Sin embargo, lo común entre ellos es que ponían en cuestión sus condiciones, dudaron de estar viviendo un destino irremediable y, ante la posibilidad de dudar, se lanzaron a transformar su realidad, a cambiar el mundo.

En México, ante la creciente violencia de género, que solo en 2019 les arrebató la vida a más de 1.000 mujeres, las organizaciones defensoras de sus derechos, yendo en contravía de la naturalización de esa violencia, plantearon una pregunta al conjunto de la sociedad: ¿qué pasaría en un día sin nosotras? La consecuencia inmediata de esta pregunta fue la realización de un paro nacional que vació de mujeres las calles, colegios, universidades y empresas en todo el país. Posiblemente hoy en la sociedad mexicana aún existan dudas frente a cómo parar la violencia, pero las nuevas preguntas arrancarán en la certeza de que una sociedad sin mujeres no es viable y, en consecuencia, la violencia de género debe parar inmediatamente.

El conocimiento ha encontrado también en la duda su principal gestor, las mentes más brillantes de la historia de la ciencia, las artes y las humanidades han sido, precisamente, quienes se cuestionaron la realidad y el mundo existentes, en la búsqueda de nuevas comprensiones, nuevas situaciones y mejores condiciones de vida. La radioactividad descubierta por Marie Curie y la estructura del ADN develada por Rosalind Franklin fueron avances científicos con una significativa incidencia en el desarrollo del mundo contemporáneo, de allí derivan muchos de los avances y el bienestar que hoy tenemos en energía, medicina, información, comunicaciones, entre otros campos de aplicación. Ambas mujeres, entre muchas otras que han transformado la historia, lograron sus significativos aportes a partir de cuestionar el conocimiento disponible en su momento, ampliando la frontera de lo conocido.

Otra característica del proceso de gestión del conocimiento, en donde se cuestiona lo que existe para producir algo nuevo, es su generación siempre a través de la colaboración mancomunada de académicos y científicos de todo el mundo, el conocimiento nunca se hace en solitario. En otras palabras, el conocimiento como experiencia acumulada de la sociedad es necesariamente colectivo, de allí que la gestión misma del conocimiento demande mucho más de la cooperación que de la competencia. Así lo demuestran preguntas como: ¿de dónde partimos?, ¿con quién lo hacemos? y ¿para quién lo hacemos?, que hacen siempre parte de la guía del quehacer científico.

Pese a múltiples resistencias, nadie ha logrado detener la voluntad de conocer del ser humano, que siempre cuestiona la realidad y lo existente. De la misma forma, ante la desigualdad y la violencia de género, nadie podrá detener la duda y la necesidad de cuestionar lo que existe, la necesidad de transformar el mundo y nuestra propia realidad.

Es necesario, entonces, reconocer y promover ese carácter crítico frente a la realidad como la herramienta que, a lo largo de la historia, ha permitido construir y avanzar en equidad. Así como en la gestión del conocimiento se hace necesario reconocer al otro, en la defensa de los derechos es preciso trabajar juntos, mujeres y hombres, sin competencias ni aislamientos, desde la cooperación constructiva que, sin distinguir género, sexo u orientación, nos reconozca a todos como iguales y necesarios en la edificación de un mundo con mejores condiciones de vida para todos.

* Rectora, Universidad Nacional de Colombia.

@DollyMontoyaUN

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar