Constitución: piedra, papel y tijera

Juan Carlos Gómez
27 de febrero de 2017 - 03:00 a. m.

Piedra: Cuando se aprende o se enseña la Constitución, la idea fundamental es que esta es “norma de normas”; piedra angular para la existencia del Estado y fundamento del Derecho. Así se trate de la de 1991, que se firmó en blanco para la foto, porque aún no se había acabado de redactar. Nació descuadernada.

Papel: A los pocos años la Constitución se fue deshilvanando porque no le servía al pragmatismo de la política del día a día. Muchas normas, como escritas en papel mojado, desaparecieron o se desvirtuaron, reformas –uno que otro “articulito”– para hacer posible el delirio del gobernante. Todo se podía cambiar, bastaba tener la fuerza suficiente en el Congreso.

Y tijera: Entonces no es extraño que cada tanto los textos constitucionales se supriman; se corta allí y se pega allá. Una Constitución reformada a la medida. Burda confección. Se corren los linderos para que no estorben las normas superiores. Cada vez es más difícil enseñar y aprender el Derecho.

El período presidencial de cinco años, el voto a los 16, eliminar la Vicepresidencia, emparejar las elecciones al Congreso con las de gobernadores y alcaldes, el voto obligatorio, modificar las circunscripciones electorales. Y todo por la vía rápida. Irresponsables. Disparos al aire, el juego de ser constituyente pensando en las elecciones del año entrante.

Por más que nos parezca que la causa de la paz lo justificaba todo, el constitucionalismo colombiano quedó resquebrajado; todas las interpretaciones son posibles. El Congreso obsecuente, una Corte complaciente. Hoy la causa nos parece noble, mañana puede ser que se convierta en una tiranía. La audacia, después del referendo fallido, abrió una caja de pandora.

Y si el vértice de la pirámide –la Constitución– se ha vuelto tan endeble, las leyes, los decretos, todas las demás normas, también se tambalean.

Ojalá existiera la creencia colectiva de que el ejercicio del Derecho –darle a cada uno lo que se merece– nos pudiera salvar. Ahora con tantas causas pendientes, el futuro de este país en buena parte queda en las manos de los tribunales y los jueces. Ojalá decidieran pronto cuántos buenos quedan.

 

@jcgomez_j

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