Construir pueblo

Oscar Guardiola-Rivera
13 de junio de 2018 - 03:00 a. m.

Si hay pueblo dispuesto a reelegir a Uribe via Duque y a Trump (un 57% de los republicanos estadounidenses le apoyaría si decide aplazar las elecciones presidenciales, como cualquier Maduro), necesitamos hablar acerca del pueblo.

Quienes llevamos rato en el debate acerca de si hay que “construir pueblo”, como decía Ernesto Laclau, para contrarrestar lo que Slavoj Žižek llama “la tentación populista”, no necesitábamos esperar la intervención del filósofo esloveno para saber qué está en juego: de lo que se trata es de distinguir bien entre el populismo fascistoide que encarnan Uribe y sus secuaces pero también en Trump, y el impulso esperanzado y sensible de un pueblo “por construir y darnos un sentido de valor e importancia”. 

La frase es del músico y escritor brasileño Caetano Veloso, quien a propósito de la resistencia cultural al golpe de 1964 contrastaba el sentido que construye y se da un pueblo acerca de su propio valor con la definición que de los brasileños daba el racista Gobineau: “el brasileño es alguien que de manera apasionada desea vivir en Paris”. Veloso explica la ofensiva cultural contra la dictadura populista de derechas como una acción popular que responde a e intenta dar con una orientación histórica diferente al supuesto destino de los pueblos latinoamericanos que consistiría en llegar a ser como Paris, Londres (el sueño de Santos) o Miami (el de los pro-Trump criollos).

¿Qué hay de malo en llegar a ser como París, Londres o Miami? Nada, sólo que no es nuestro destino sino el de los parisienses, los londinenses y los del sur de los Estados Unidos, respectivamente. Y cada uno expresa ansiedades y esperanzas propias que responden a historia diversas y muy concretas. 

Los europeos, por ejemplo, no entienden que los estadounidenses hubiesen elegido a Trump. Ni siquiera los Demócratas estadounidenses lo entienden aún. Los estadounidenses, por su parte, no quieren ser europeos. Les ven atados al autoctonismo de la “sangre y la tierra” como lo estarían demostrando Brexit, la Italia neo-fascista, Austria, Hungría, y los Populares de España, modelo trasnochado de nuestros conservadores moralistas, a quienes acaban de echar los socialistas y Podemos por corruptos. ¡Horror, la izquierda está hoy en el poder en España! ¡Y no se ha convertido en Venezuela!

Hoy sabemos, pace Veloso, que la resistencia cultural no basta. Nosotros ponemos novelistas y filósofos, los reaccionarios ponen senadores y si nos descuidamos también Presidente. Ese sería el final de la Constitución del 91 y la República que aún no terminamos de construir; el regreso de quienes están dispuestos a incinerar a su propio pueblo para construir Paris o Miami en el Amazonas con lo que quede de el.

Construirnos como pueblo con valor propio es de lo que se tratan estas elecciones. Es una obligación. Como dijo Zizek en su mensaje de apoyo a Petro, “no se trata de elegir entre derecha e izquierda sino entre la esperanza y la paz, por un lado, y el miedo y el odio, por el otro”. Se trata de comportarnos como mayores de edad.  

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