Contra la contaminación

Armando Montenegro
24 de marzo de 2019 - 05:00 a. m.

Solo a punta de pico y placa no se puede. Si bien, por unos días o unos meses, la intensificación del pico y placa puede ser suficiente para disminuir la contaminación del aire de Medellín y Bogotá, hacen falta medidas adicionales, de largo plazo, que ataquen el fondo del problema, entre ellas, la fuerte reducción del parque de vehículos con motores de combustibles fósiles.

Las soluciones están inventadas. Basta con utilizar las tecnologías disponibles y adaptar a nuestra realidad las iniciativas de los países líderes en esta materia. Entre tantas otras cosas, hay que trabajar simultáneamente en la expansión de sistemas limpios de transporte masivo, el incremento de la participación de carros eléctricos e híbridos, y la ampliación del uso de la bicicleta y otros medios individuales no contaminantes.

Los políticos de Bogotá deberían dejar sus luchas mezquinas y apoyar el proyecto del metro cuya licitación está en marcha. E inmediatamente preparar la construcción de la segunda línea, que va de la calle 72 hasta Suba, un proceso que tomará algunos años. Estas tareas tienen que complementarse con flotas de buses dotados con energías limpias y nuevos cables aéreos. En Medellín, seguramente, deberá acelerarse la extensión del tranvía eléctrico a nuevas áreas.

Es crucial poner en marcha programas efectivos para retirar los carros, buses y camiones viejos, los más contaminantes, imponer gradualmente topes a la entrada de automóviles con motores de gasolina y diésel, y profundizar medidas que estimulen el uso de carros híbridos y eléctricos. El objetivo debería ser que, en forma progresiva, en 15 o 20 años, todos los carros que entren a las calles colombianas sean de tecnologías limpias. Para lograr este propósito, el costo total de utilizar un carro eléctrico debería ser, a lo largo de su vida útil, semejante o incluso menor que el de uno tradicional. Para ello, por ejemplo, el impuesto de rodaje de estos vehículos contaminantes tiene que ser bastante superior que el de los eléctricos y los híbridos y, de manera simultánea, el precio de la gasolina debería incrementarse para fortalecer fondos de construcción de redes de transporte masivo. En forma complementaria, se debería mantener el IVA preferencial a los eléctricos e híbridos y hacer que el IVA de los tradicionales crezca en forma gradual en los próximos años, por encima de sus niveles actuales (medidas semejantes deberían tomarse para inducir la masificación de motos y patinetas eléctricas). La ciudad podría, por medio de deducciones del predial y el ICA, promover la construcción de facilidades para la carga de baterías de los vehículos. Los eléctricos e híbridos, además, deberían eximirse del pico y placa.

Aunque Bogotá ya es, desde muchos puntos de vista, un modelo en el uso creciente de la bicicleta, todavía queda bastante por hacer. Es importante mantener planes de expansión de ciclorrutas y otorgar estímulos a las empresas que induzcan la utilización de este medio de transporte.

Es lamentable que estos temas no hagan parte del Plan de Desarrollo. En lugar de concentrarse en una infinidad de temas aislados y desarticulados, muchos de ellos cuestionables, el Plan debería abordar, con ambición, los cambios institucionales y económicos necesarios para asegurar el cuidado del medio ambiente y la reducción de la contaminación ambiental.

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