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Contra la razón imperial

Oscar Guardiola-Rivera
14 de octubre de 2020 - 05:02 a. m.

Al llegar a Argelia con el fin de unirse a la lucha antifascista del lado de la disidencia francesa, el escritor latinoamericano Frantz Fanon encontró un muy preciso orden de cosas. “Los franceses odian a los judíos. Los judíos odian a los árabes. Y estos últimos odian a los negros”, escribió el joven de escasos dieciocho años. “Me es imposible conectarme con la gente.”

Se refería al orden legal de las cosas. El orden normal y familiar de las cosas. Un orden racional, en apariencia. La razón y la justicia abandonan el lugar cuando entran el négre y el indio. En su lugar quedan la ley puesta y la herencia familiar, esta ultima protegida por la primera y disfrazadas de tradición y propiedad, el sentido común o lo normal. Existe una suerte de pacto secreto entre lo que nos es familiar, el engaño y la mentira.

A ese pacto apelan los fascistas y sus herederos contemporáneos en la Colombia de la minga, el incendiado Amazonas brasilero, los sudafricanos que esta semana se manifestaron en contra del paso de sus hermanos y hermanas desde Zimbabwe, o los franceses. “Generalmente, lo familiar, tan solo porque es familiar, no es entendido cognitiva y correctamente.

La manera mas común de engañarnos, a otros y a nosotros mismos acerca de lo que significa entender, consiste en asumir algo como familiar y aceptarlo con sus pros y sus contras tan solo porque nos es familiar. Esta forma de conocimiento lleva a ninguna parte, y no sabe por qué.” Ni quiere saberlo, escribió el alemán Hegel a quien de seguro le habría parecido familiar el orden de cosas reportado por Fanon en Argelia a sus familiares y amigos del Caribe latinoamericano.

Esta generalidad del engaño y la mentira, y la desorientación que ambas provocan, apuntan con precisión al momento que estamos viviendo. Nos sentimos desorientados, como si el suelo estuviera a punto de abrirse y nosotros a punto de caer. Nos da temor, y por ello nos apresuramos a buscar algo o alguien de que aferrarnos. Nos aferramos, precisamente, al engaño y a la mentira.

De allí la condición política del presente: triunfan los mentirosos y los que mejor engañan. La suya es una razón imperialista. Un encantamiento. Todos lo sabemos, pero preferimos ignorarlo. El miedo a escapar de ese encantamiento nos lleva a reaccionar de manera agresiva; correr por la pistola cuando alguien menciona palabras como ‘indio’, ‘negro’ y ‘cultura’ que son en el mejor de los casos el resultado de un error de navegación.

Se trata de un secreto, por supuesto, pero es un secreto público. Si ello es así, quienes están del lado de la verdad son precisamente aquellos quienes el orden familiar del presente condena al error y odia: los judíos, los árabes, los negros de Zimbabwe cruzando esta semana la frontera sudafricana o los de Estados Unidos, y el indio en minga en Bolivia, Brasil y Colombia. Y esa verdad, única y universal, nos hará libres.

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Alberto(3788)14 de octubre de 2020 - 09:58 p. m.
Magnífica. Certera.
alenpe(67430)14 de octubre de 2020 - 04:11 p. m.
Desde cuando acá un malandrín de apellido común después de estar detenido propone un referendo con el fin de acabar con el acuerdo de paz y como resultado no lo puedan señalar como quién dio la orden de los falsos positivos y los seguimientos a todo aquel a que él se le da la gane de creer socialista. Pobre diablo no sabe que el socialismo no existe. Lo mueve el afán de la tierra.
José(34858)15 de octubre de 2020 - 04:53 a. m.
Oscar Guardiola esta profundamente equivocado, Frantz Fanon no nacio en latinoamerica, su país Martinica no pertenece a Latinomaricana.
UJUD(9371)14 de octubre de 2020 - 02:11 p. m.
Hay un expresidiario diciendo que acabemos la JEP y pensemos que las gárgolas como él y su combo son el futuro....
Atenas(06773)14 de octubre de 2020 - 02:05 p. m.
Ahhh, nooo, tampoco así Guardio....la razón. No nos pongás el caso de las mingas, infiltradas, manipuladas y conducidas, en ese sermón de lo humana/ correcto, de lo vituperable en la especie. No te hagás el pendejo q' no te sienta bien. Estas opiniones simples y lastradas es lo propio de quienes quieren abarcar todo lo humano y divino. ¡Nada les queda chiquito! Burdos.
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