Contracciones del parto de la oposición al Gobierno

Daniel Mera Villamizar
25 de agosto de 2018 - 05:00 a. m.

La descoordinación en el tema tributario y el salario mínimo, un dolor.

La carrera que ha hecho la frase de la vicepresidenta, “una cosa es el Centro Democrático y otra el gobierno”, sugiere que muchos pensaban que serían una sola cosa.

En primer lugar, el presidente Duque no ha formado lo que se entiende por un “gobierno de partido”. Y aun si lo hubiera hecho, el partido de gobierno y el gobierno son entidades distintas, con interdependencias y diferencias en sus lógicas.

Debido al poco desarrollo institucional de los partidos políticos colombianos, tampoco es que resulte fácil armar un gobierno de partido. No abundan proyectos de sociedad ideológicamente definidos, con programas coherentes y líderes comprometidos organizados como partidos. Ya sabemos lo que abunda.

El Centro Democrático es tal vez lo más parecido al prototipo de un partido en Colombia, y sin embargo enfrenta dificultades (“contracciones”) para gestionar i) la relación entre el proyecto de sociedad y el gobierno, y ii) su propio tránsito de partido de oposición a partido de gobierno.

No importan los nombres de los ministros, sino su visión y compromiso con el proyecto de sociedad. Se libraron duras batallas en nombre de unas ideas, valores y principios para ganar el gobierno. Los ministros que actúan como si el poder fuera suyo y no adecúan su chip al proyecto que los trasciende agudizan la necesidad de alineación entre el partido de gobierno y el gobierno.

Tal alineación exige una capacidad institucional del partido inexistente. En términos programáticos, por ejemplo, la plataforma de un partido es más articulada y robusta que el conjunto de las propuestas electorales de su candidato. En Colombia suele pasar al revés, pero los congresistas son más cabezas pensando y representan más intereses como para que el desarrollo programático vía legislativa se congele. Eso requiere un marco de coordinación y hacerla efectivamente en lo de más impacto.

En un contexto de tres partidos declarados independientes que harían la mayoría en el Congreso y de una oposición fuerte, la coordinación entre partido de gobierno y gobierno se volvería un asunto todavía más crítico para la gobernabilidad política, que es la capacidad del gobierno de sacar adelante su agenda ante el poder del Congreso de la República. Léase “Gobernabilidad programática o anarquía”.

Como hemos visto con el anuncio ministerial de más impuestos para las personas, que fue una sorpresa para el partido de gobierno, y con el proyecto de facultades extraordinarias para subir el salario mínimo, que fue una sorpresa para el gobierno, el parto de esa relación está en plenas contracciones.

Menos visible es lo que debe pujar el Centro Democrático, apretando la boca, para pasar de ser partido de oposición a partido de gobierno, así no se tenga gobierno de partido en estricto sentido. Es un cambio de calado institucional interno con grandes responsabilidades para que el proyecto de sociedad no sea flor de un periodo.

Cuando la gente de un partido no está en política para hacer dinero ni por la vanidad del poder, sino por ideas para orientar la sociedad en democracia, sí tiene importancia el cariz ideológico del siguiente gobierno, porque no es cuestión de mermelada.

Adecuarse institucional y organizacionalmente como partido de gobierno para sostener la gobernabilidad de la administración Duque y al tiempo prepararse para competir con éxito en las elecciones de 2019 y 2022 es un gran reto.

Sin duda, es un parto importante para la historia de Colombia en la medida en que el proyecto político de largo plazo que les corresponde liderar al presidente Iván Duque y al expresidente Álvaro Uribe tiene profundas raíces en la nacionalidad colombiana (y también una hegemonía intelectual en contra).

@DanielMeraV

 

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