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Conversando con los lectores

Juan Pablo Ruiz Soto
06 de enero de 2010 - 02:29 a. m.

REACCIONES ESCRITAS Y HABLADAS, me obligan a iniciar el 2010 aclarando lo expuesto en mi columna “Dinamarca, positivo para Colombia” publicada el pasado 23 de diciembre.

Me referí a “El reconocimiento internacional de la importancia de Colombia en términos ambientales” y lo asocié a la extensión y diversidad de sus bosques, al desarrollo legislativo que asigna tierras a comunidades indígenas y afrodescendientes y áreas protegidas y a la participación hídrica en la estructura de generación de energía. Esto es resultado de características naturales y de acciones gubernamentales y de la sociedad civil. Colombia es un país con un capital natural que la dinámica planetaria está revalorando.

Comenté la valiosa intervención del ministro Costa en Dinamarca. He criticado al Gobierno en términos ambientales cuando así lo considero apropiado y cuando acierta, me parece importante reconocerlo y destacarlo. Para mí el futuro del país está por encima de un gobierno, o un partido político específico.

A la pregunta ¿y ahora qué sigue? propongo la alianza con los países amazónicos para convertir en realidad la compensación a la conservación del bosque natural y aumentar nuestra capacidad de presión y negociación. Razón tienen los lectores al señalar la confusión que genera mi frase “usar su sistema satelital (brasileño) y hacer seguimiento a la deforestación y probar que estamos conservando”. Con esta frase no me refería a lo hasta ahora hecho, sino al reto y oportunidad que significa conservar lo que nos queda.  Hemos maltratado al país, pero aún nos queda mucho para conservar.

Hablo de la importancia de un mejor manejo de nuestras cuencas; de limitar la expansión de agrocombustibles; de suspender la minería en los páramos y definir una regalía minera que nos permita avanzar por la senda del desarrollo sostenible y señalo la necesidad de replantear la estrategia de desarrollo fortaleciendo la institucionalidad ambiental y valorizando nuestro capital natural. En ese contexto digo “Esperamos que la miopía esté superándose y que el curso de capacitación que significó Dinamarca, contribuya a ver y entender la importancia económica, política y social de nuestros bosques”; lo ocurrido en Dinamarca capacita a la sociedad civil y a miembros del alto gobierno respecto a la importancia de nuestro medio ambiente.

La vulnerabilidad y el riesgo de deterioro se incrementan con el cambio climático y hacen que indicadores de bienestar y desarrollo, como calidad del aire y disponibilidad de agua potable, deban ser retomados por todos los candidatos a la Presidencia y por ello propongo que “deberían ubicar en el centro de su propuesta, el cómo usar sosteniblemente el capital natural y el liderazgo del país como potencia natural”. Son retos planteados y hay todo un camino por recorrer, para evitar que el deterioro continúe.

La gestión ambiental debe ser una política de Estado, que responda al interés nacional y todos desde su contexto y posibilidades, sin distingo político y como propósito de país y personal tenemos posibilidades y responsabilidades. En Europa la reducción de las emisiones y las metas propuestas son notables, a pesar de que son países capitalistas como parece preocupar a algunos de los lectores. El problema no se reduce a capitalismo o socialismo y hay que comprometerse con acciones. Lo ocurrido en Dinamarca contribuye a tomar conciencia del riesgo y potencial de nuestro capital natural, y generará acciones, a nivel gubernamental y personal. Desde esta perspectiva “Dinamarca, es positivo para Colombia”.

 

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