Copietas

Iván Mejía Álvarez
10 de enero de 2009 - 05:50 a. m.

El fútbol colombiano siempre se ha movido a los vaivenes y veleidades que le marca el fútbol argentino.

Al principio, porque los dirigentes nacionales le hurtaron lo mejor al fútbol sureño y en el mítico Dorado contrataron grandes figuras haciendo caso omiso de las normas internacionales. Después, porque las canchas colombianas fueron el cementerio de ídolos en el ocaso de sus carreras, cuando las piernas no respondían y se contrataba a un jugador por el número de apariciones en las tapas de las revistas argentinas y en especial de El Gráfico. Y Ahora porque no hay dinero y a Colombia llegan jugadores sin cartel, en declive, sin presente y con un lánguido futuro. Se sigue mirando para Argentina como si allá tuvieran la verdad revelada.

Del Río de la Plata también llegaron las buenas y las malas costumbres en los estadios. El futbolito lento e improductivo que durante años caracterizó su juego y que acá se copió y algunos toman como “nuestra identidad”, como si tener la pelota en el propio campo dándole vueltas y revueltas fuera la panacea. También se copió la horrenda costumbre de los barras bravas, delincuentes sin ley que amparados en una camiseta quieren matar a todo lo que ven a su alrededor. Esa violencia también llegó desde allá y, peor aún, la violencia oficial de hampones de barras patrocinados por dirigentes criminales y sin escrúpulos que los han tomado a su servicio contra periodistas y oposición.

Cuando Vito Grondona, el presidente de la AFA, habla de cambiar el  doble torneo, copiado en Colombia por Álex Gorayeb, a imagen y semejanza del fútbol argentino, acá también empiezan las voces de los copietas a pedir que se vuelva a un solo campeonato de ida y vuelta.

El sistema colombiano no es perfecto, tiene sus defectos y bien graves, pero ha sido interesante y ha abierto la puerta para que equipos pequeños lleguen a la punta y ganen, algo que en un torneo largo es casi imposible. Algunos creen que los “grandes” tienen que triunfar siempre. El problema no es que Pasto, Tolima o Cúcuta, para citar sólo algunos, se hayan puesto los pantalones y ahora peleen mano a mano. El problema es que Millos, Cali y Santa Fe, entre otros, cada vez son menos, en lo organizativo, económico, deportivo, en todo.

El tema de cambiar el sistema porque en Argentina lo van a hacer no merece ni una línea. El fútbol colombiano no puede regirse por lo que hagan allá. El debate tiene que hacerse por otros motivos y bien vale la pena abrirlo de inmediato. Por lo pronto, tomo partido entre los que piensan que no se debe cambiar, que, con sus errores y defectos, esto es mejor que volver a lo antiguo.

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